martes, 10 de marzo de 2009

El paraíso y otros fracasos Relatos breves


I
Negocio I

Es médico, investigador, científico, andaluz, pero sus tesis lo condujeron igual a la clandestinidad, a ser amenazado, e incluso a un intento de asesinato disfrazado de accidente laboral. No se amilana, dice que si la salud funciona en el capitalismo como un negocio más, - en manos de la industria del medicamento, de las clínicas privadas, de los laboratorios...-, es lógico que no quieran curar a los enfermos con largas dolencias, los necesitan de un modo perenne. Al fin y al cabo, son sus clientes y no pueden perderlos, apostilla. Por eso, razona, las investigaciones en los laboratorios no se encaminan a la sanación definitiva de enfermedad alguna, sino al mero mantenimiento del enfermo. Para más inri, puede demostrar que cientos de medicamentos que curan enfermedades menores, dejan en el organismo química suficiente como para terminar abriendo otro proceso, y vuelta a empezar. Los cuerpos humanos son, en sus manos, un campo de experimentación, la razón de un negocio millonario al que no van a renunciar, dice y mira para ambos costados por si alguien con poder anda en las proximidades.


II
Negocio II

Es sintomática la serenidad y complacencia con que la mayoría de la población ha aceptado que la educación sirva también como negocio para algunos sátrapas. Que en él intervengan, en demasiadas ocasiones, un homogéneo cuerpo religioso ayudado por un Estado que se dice laico, pero que da millones de dineros para ayudar a los que lucran con la enseñanza, no es más que un ejemplo del entreguismo de una casta política poco aconsejable de ser votada. Al parecer, algunos plíticos que dicen tener cierto acento progresista, fueron en su día a colegios y Universidades públicas, pero hoy mandan a sus hijos a centros de enseñanza caros y de “prestigio reconocido”, a codearse con los hijos de la burguesía de siempre. En la puerta del colegio, cuando recogen a los niños, se saludan, sonríen y asienten emocionados ante la última adquisición de modelo de coche lujoso. Si sale la conversación, ponen de excusa que lo público ya no es lo que era y que ahora, en esos centros, hay muy mal ambiente, que traducido resulta, que ahora pertenecen a otra clase y a los públicos, lamentablemente, va sólo la chusma.


III
Miedos en tevé

Las sociedades van digiriendo la crisis y evacuándola con miedo. Miedo a perder el empleo, miedo a no encontrarlo, miedo a no llegar a fin de mes, miedo al vecino... . Hipotecados por el miedo aprueban medidas de seguridad definitivas, como poner barrotes de hierro en las casas, videocámaras por las calles y plazas, contratar porteros expertos en lucha y combate, vigilancia permanente de coches policiales, helicópteros con focos de luz potentes... todo parece poco. La televisión invita al miedo desde cualquier programa, hasta los que hablan del tiempo que va a hacer en las próximas horas, dicen cosas como: “Mañana va a ser un día soleado, muy primaveral, si salen a caminar, a dar un paseo, no olviden dejar la casa bien guardada. Les sugiero que primero se pasee usted y luego su pareja. Todos sabemos que son malos tiempos, que el ladrón anda siempre al acecho”.


IV
Crisis tal cual
Los que de verdad entienden de esto del estado de las cosas, es decir, opinólogos, politólogos, comunicólogos, sociólogos, psicólogos y, sobre todo, tertulianos que inundan radios y televisiones con sus análisis destinados a que razonemos como ellos, han llegado a una dramática conclusión: estamos viviendo una crisis. Crisis financiera, crisis hipotecaria, crisis de mercado, crisis de confianza, crisis laboral, crisis de credibilidad, crisis de liquidez, crisis de inversión, crisis industrial, crisis de consumo, crisis bursátil y hasta crisis económica. Es más, algunos de estos nuevos ideólogos dan datos contrastados y comparativos para que veamos el tamaño gigantesco del problema. Nadie, sin embargo, menciona la posibilidad de que los dueños del sistema estén orquestando una limpieza de millones de seres humanos para seguir con el mismo y descomunal negocio de los últimos siglos. Tampoco se les ocurre decir que el capitalismo ha podido hacer crack y necesite ser sustituido por otra forma de organizarnos, para la que es imprescindible, eso sí, a las gentes movilizadas en las calles barriendo a cuanto político de quita y pon, -de esos que exhiben su sonrisa bien pagada- habita entre nosotros.

V
Ministro pero no compañero

Sólo sus setenta años, cumplidos con esa dignidad ideológica que da el haber estado doce años en la cárcel y seguir pensando lo mismo, sin arrepentimientos ni pragmatismos de última hora, le envalentonan para abordar a los políticos más jóvenes de su partido. Su mujer dice que un día le va a dar un infarto, pero es que le hierve la sangre cuando ve que el Señor Ministro, su compañero, toma decisiones de derecha un día sí y el otro también. Por eso, decidió, ni corto ni perezoso, plantarse en el ministerio, esperar la salida del despacho del ministro y espetarle:
- “¿Y, Carlos, el socialismo para cuándo?”
Por ser la primera vez, Carlos lo abrazó, le sonrío, le dijo que cómo andaba, e incluso lo invitó a café. El Señor Ministro sabe de su trayectoria impecable y siente por él cierto afecto y cariño.
La segunda vez fue a la salida del parlamento, cuando el Señor ministro iba a entrar en el coche oficial, en medio de gritos e insultos de un grupo de trabajadores en conflicto, y le volvió a decir:
- “¿Y, Carlos, el socialismo para cuándo?”
Pero el guardaespaldas cerró con celeridad la puerta y el viejo militante no pudo ver la reacción de Carlos, su compañero.
La última vez fue en una reunión del partido, donde dejó que el ministro expusiera sus argumentos y al terminar levantó la mano, le dieron la palabra y dijo, nuevamente:
-“¿Y, Carlos, el socialismo para cuándo?”.
Pero esta vez el Señor ministro perdió los nervios y le contestó que era un viejo cascarrabias, que se fuera a su casa a ver la televisión con sus nietos, que qué carajo era eso del socialismo, que los tiempos habían cambiado, que el muro de Berlín se había caído y con él todas las mentiras, que él practica socialismo como lo dejan las circunstancias del país, pero que Marx, Lenin están más que muertos, y que algunos de esos teóricos no tendrían ni que haber nacido.
Con sus setenta años a cuestas abandona el local partidario en medio de la parrafada iracunda de Carlos, el Ministro. Se va apenado, cabizbajo, triste, pero no por lo que dijo el ministro, sino por el silencio del resto, sus ya ex compañeros.


VI
El que sabe, sabe

Ninguno de los cuatro máximos dirigentes del partido quiso faltar al almuerzo de trabajo con los dueños de la Agencia de Publicidad. La cita electoral se avecinaba y era necesario acudir a quién supiera de verdad cómo vender el producto. Los profesionales escucharon brevemente a los políticos y luego le pidieron un par de semanas para preparar una buena campaña. Se comentó a cuánto ascendería el coste del trabajo y que el cincuenta por ciento se pagaría en no más de 48 horas desde esa primera reunión. Uno de los dirigentes planteó la posibilidad de que el otro cincuenta por ciento dependiera de los resultados finales de las elecciones, pero uno de los propietarios de la Agencia dijo, con una sonrisa, que no, que no se ofendiera pero que las condiciones las ponían ellos, que para eso tienen varios partidos esperando y más de cinco campañas electorales con éxitos a sus espaldas. De todos modos, y para que se fueran con un buen sabor de boca, el dueño principal de la Agencia dijo que pondrían a trabajar hoy mismo en la campaña a sus dos mejores creativos publicitarios, e incluso se atrevió a lanzar dos o tres eslóganes: “Por el cambio”, “Hace falta un cambio”, “El cambio sereno”. Uno de los políticos se aventuró a decir que no olvidaran que el partido apoyaba al gobierno saliente, pero el profesional de la publicidad lo tranquilizó: “No se preocupe, la gente siempre quiere cambios. El cambio vende”. Luego intercambiaron argumentos sobre el color de la corbata que exhibiría el principal candidato y la importancia de rodearse de niños antes de cada acto y en cada una de las fotos. “El próximo día le enseñamos varios álbumes con fotos de niños y niñas que se podrían contratar a un precio módico. Pero ustedes tranquilos, todo eso es cosa nuestra, ya verán que quedan contentos”, apostilló dando un golpecito en la espalda al último de los dirigentes que salían de la oficina.


VII
Documento

El juicio no tiene una sola garantía legal. Los acusados saben que serán condenados y se limitan a guardar silencio para que el teatro acabe cuanto antes. El que ejerce de juez pregunta al preso con voz ronca y autoritaria: “¿Asesinó a niños?” “No”, le responde un hombre con aspecto campesino, mirándolo a la cara con una mezcla de desprecio y asco. “¿Violó monjas? “No”. “¿Quemó iglesias?” “Desde las iglesias se dirigen discursos fascistas a los fieles, se llama a la conspiración contra el gobierno republicano. Es un espacio enemigo” “¿Es usted anarquista?” “No”. “¿Es usted comunista?” “Soy un hijo de la clase obrera” “Denle dos tiros a este hijo de puta”, sentencia el juez, y el detenido es desalojado a empujones, mientras grita “muerte al fascismo”, “esto es una farsa”. Al fondo de la sala, un joven, a modo de periodista, toma nota de todo lo ocurrido en un cuaderno pequeño y grasiento. A su lado, una mujer mayor mira toda la secuencia con ira. “¿Lo conoce, señora?” “Es mi hijo” “¿Y... no llora?” “Eso es lo que les gustaría a ellos. Lloro por dentro”.
(Se trata de un historia real ocurrida en Asturias en 1939. Relatada, cuarenta años después, por el joven periodista con el viejo cuaderno entre sus manos, en el barrio montevideano de Aires Puros...)


VIII
Sus bondades

Contaminan pero crean empleo. Expolian pero crean empleo. Explotan pero crean empleo. No reconocen derechos laborales pero crean empleo. Se llevan los beneficios económicos muy lejos para satisfacción de los accionistas pero crean empleo. Financian gobierno reaccionarios y propician golpes de Estado pero crean empleo. Su pasado, sus cuentas y sus intereses son más que turbios pero crean empleo. Hasta hace unos años, buena parte de la población combatía a estas empresas con energía y determinación. Ahora, no. Se piensa que lo importante es que crean empleo y si contaminan, expolian, explotan, niegan derechos, y sus señas de identidad son la corrupción y el chantaje, allá ellos y su conciencia. Lo importante es que crean empleo. ¡Que crean empleo!


IX
No aprende

Jamás un desprecio a los jefes. Jamás un “No” a quedarse hasta las tantas a terminar un trabajo. Jamás una participación en un conflicto. Jamás una reivindicación laboral. Jamás un gesto solidario con un compañero. Jamás en una reunión de trabajadores. Siempre fiel a las ordenes del patrón. Siempre asintiendo las directrices de la empresa. Siempre denunciando a los sindicalistas más peleones. Siempre alcahueteando a los jefes. Siempre defendiendo a la gerencia y ahora... nada. Ahora la soledad en un bar con un café a medio tomar, sin entender cómo lo han podido echar a él, justo a él, el mejor trabajador de la empresa, dicho por los propios empresarios más de una vez. Pero, ni siquiera asoma en este momento, el arrepentimiento por haber sido un traidor permanente a los de su clase. Inclusive, para relajar el agobio, es capaz de pensar que en su ya ex trabajo, al final, no supieron reconocerle la lealtad y la entrega de más de treinta años, pero la sociedad de esta tan querida patria sí, seguro que estará contenta por haber contribuido a quitar radicales de en medio.


X
¿Lo conocen, verdad?

Tiene votos. Tiene micrófonos solícitos que se le acercan a cada momento, tiene cámaras de televisión que le piden entrevistas a diario. Tiene saludos y sonrisas cuando entra en restaurantes o asiste a charlas y actos públicos. Tiene a su lado un fotógrafo, un estilista, un publicista y dos consejeros de los que se fía en todo. Tiene a su mujer, a los dos hijos estudiando en el extranjero, a una amante que visita con regularidad sabatina y a dos amigos del alma con los que comparte partidos de tenis y whisky escocés. Tiene cuatro sólidas cuentas bancarias, una de ellas en Basilea. Tiene y tiene, pero desde hace algunas semanas también tienen pesadillas. Son repetidas y en ellas se ve abucheado, silbado, acusado, perseguido, insultado, acosado. Y lo peor es que lo reconocen por todos lados, no puede siquiera salir a la calle para que un taxi lo lleve al aeropuerto camino de su cuenta en Suiza. Son sólo malos sueños pero al despertar se mira en el espejo del baño y sabe que las pesadillas se van a hacer realidad. Es cuestión de tiempo.

XI
Partos

La cigüeña partió como cada día de París en la madrugada. El destino del bebé era, en esta ocasión, la ciudad andaluza de Algeciras. Todo transcurría con normalidad, la cigüeña realizó las paradas en los lugares de costumbre y en el tiempo previsto, pero al aproximarse al hospital de destino, un viento huracanado desorientó a la cigüeña, que para proteger al bebé se vio obligada a dejarse llevar. A pesar de la lluvia y la poca visibilidad, la cigüeña distinguió un lugar donde esperaban un niño, y lo dejó allí antes de caer exhausta. El sitio no era Algeciras sino el barrio más pobre de la ciudad marroquí de Tánger. El niño no se llamó José, sino Mohamed y su futuro no fue exactamente el previsto.


XII
Ingenuo

La proximidad de las elecciones suele provocar ciertos movimientos en los partidos políticos. Los que están no se quieren ir y algunos de los que no están no saben cómo situarse. Ajeno a todo contubernio, Miguel acudió a la asamblea de su partido con la ventaja de no pujar por puesto alguno y con la certeza de llevar una iniciativa que sería aceptada por aclamación. De ahí, que esperara el momento más tenso para exponer que no sería mala idea que los compañeros y compañeras elegidos, lo fueran por sólo seis meses y que la lista corriera para que, al cabo de la legislatura, una buena cantidad de compañeros y compañeras hubieran pasado por el cargo. Su propuesta fue aplaudida por los pocos asistentes que no tenían aspiración alguna, pero el mal humor fue evidente entre los diputados, senadores y ediles elegidos en las últimas elecciones. Uno de ellos tomó la palabra y dijo que “con lo que cuesta conseguir un referente mediático..., en seis meses no da tiempo a nada”, otro argumentó que “la organización no estaba para aventurerismos trasnochados”, y un tercero añadió que “la labor institucional de los compañeros en la pasada legislatura había sido ejemplar, reconocida por la prensa y por otros partidos”. Lo casual fue que los tres que tomaron la palabra volvieran a encabezar la lista a diputados, al senado y al municipio, respectivamente. No se aprobó discutir si parte de lo ingresado por los electos en concepto de sueldos, aguinaldos, dietas y otras prebendas podría ir a las arcas del partido, por aquello de no invadir la privacidad familiar de los futuros cargos públicos.


XIII
Gasas en los ojos

El asesinato de niños palestinos en las calles de Gaza, a cargo del siempre valiente ejército sionista, es visto en el televisor de un bar en un pueblo de Albacete, Castilla - La Mancha. Los pocos clientes que permanecen atentos a la información, se expresan al terminar la noticia:
-Ricardo, ¿sabes a qué hora empieza el partido?”
- “Lo que me jode es que pongan esas imágenes a esta hora, que uno está con el aperitivo, tan tranquilo, joder, hay que ver cómo está la tele”.
-“Si es que digan lo que digan cómo se vive aquí, no hay país en el mundo mejor. Ponme otra caña, Ricardo”.
-“Cambia de canal, coño, estoy hasta los huevos de ver muertos”.
Otros tres paisanos ni siquiera se molestan, uno se peleaba contra la máquina expendedora de cigarros, otro leía con esmero un diario deportivo grasiento, y en el rincón, un hombre mayor apuraba su cuarta copa de coñac para poder pedir la quinta. De todos modos, al pedírsela al tal Ricardo, mira negando, como diciendo que en ese pueblo no hay nada que rascar.
Nota: Se trata de un hecho real. Es seguro que hay millones de personas solidarias, indignadas por lo ocurrido en Gaza pero, lamentablemente, no estaban a esa hora en ese bar.

XIV
Los muertos

La estrategia de marketing publicitario del mega súper híper Shopping, se muestra a bombo y platillo por toda la ciudad, “Si usted no compra, está muerto”. Los políticos serios, economistas, empresarios y sindicalistas (juntos forman estos días un interesante entente para afrontar la crisis), aconsejan que hay que consumir porque sino el sistema se caería con todo su peso y las consecuencias serían nefastas para la sociedad. Todo está basado en consumir, no importa qué, y cuanto más, mejor. Por la negación, invitan a todas las personas que no creen que el sistema capitalista merezca sobrevivir una semana más, a boicotear, a frenar el consumo de un modo brusco. Para ello, no hace falta ni análisis intelectuales de izquierda ni siquiera una campaña publicitaria, el propio sistema, echando a millones de personas al desempleo, se encarga de que grandes mayorías estén muertas, tal como reza el eslogan. Ellos, los cadáveres, se dejen ver por el mega súper híper Shopping en paseos prolongados, sin bolsas que sujetar un triste chicle de mentol. El sistema sabe que la resurrección no será al tercer día. Ni siquiera que vuelvan a aparecer en escena como meros seres consumista. La respuesta que vayan a dar los muertos es, precisamente, lo que más preocupa en las alturas.

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