lunes, 23 de marzo de 2009

Tiempos difíciles en el bulevar de los millonarios


Sam Pizzigati
Too Much


Los superrricos del mundo, dice la última instantánea de la riqueza mundial, han perdido sumas descomunales en el último año. ¿Han "sufrido" ya lo suyo, como pretenden algunos observadores, hasta ponerse a nuestro nivel?

La revista Forbes, la más importante del mundo a la hora de llevar la puntuación de los juegos a los que se entregan los ricos, publicó la semana pasada su lista anual de fortunas multimillonarias [en billones anglosajones, es decir, en miles de millones] del globo, la primera desde que la economía mundial entró en barrena económica. El veredicto de Forbes es que somos testigos de tiempos terriblemente malos para los multimillonarios.

“Igual que todos los demás”, proclama Forbes, “la gente más rica del planeta ha sufrido el desastre financiero".

La noticia rebotó rápidamente por todo mundo. La crisis económica global, hizo notar un editorial del Times of South Africa, ha “golpeado a los superricos en la cesta de la compra”. “Hasta los hombres y mujeres más ricos", se hizo eco el Times de Londres, “están a su vez sufriendo”.

¿Las pruebas? Desde el año pasado, según afirma Forbes, los multimillonarios del mundo han perdido dos billones de dólares del conjunto de 4’4 billones en que se estima su patrimonio neto. La población global de multimillonarios se ha reducido en un 30%, llegando a alcanzar tan sólo a 793 almas de holgados bolsillos.

En un caso al menos, estas cifras se han traducido desde luego en verdadero sufrimiento. En enero pasado, se quitó la vida el quinto multimillonario más rico de Alemania, Adolf Merckle. El industrial se lanzó a un tren de cercanías poco después de perder 500 millones de dólares en el mercado bursátil alemán.

Pero Merckle bien puede haber sido la única baja de verdad causada por el derrumbe. Los superricos del mundo han sobrevivido bastante bien a la primera fase de la crisis económica global. Hasta los antiguos multimillonarios que ahora cuentan sus fortunas en cientos de millones solamente, como el antiguo presidente ejecutivo de Citigroup, Sandy Weill, siguen estando confortablemente aislados de cualquier estado que se parezca ni remotamente al sufrimiento.

No son demasiados los actuales o pasados multimillonarios, tal como sugería Andrew Chung, del Toronto Star, la semana pasada, que tienen que pasarse sin la suite de 6.000 dólares en el Dorchester de Londres, sin salir a un club como Famous en Moscú a 5.000 dólares la noche o sin su traje Kiton, de 7.000 dólares, comprado en Saks de la Quinta Avenida, en Nueva York.”

Unos 44 multimillonarios, advierte Forbes, han incrementado en realidad sus fortunas a lo largo del año pasado. John Paulson, gestor de fondos de cobertura (hedge funds), por ejemplo, dobló su fortuna personal hasta 6.000 millones de dólares, principalmente al abandonar la partida apostando a que el mercado de hipotecas caería en picado.

A Patrick Soon-Shiong, ejecutivo de Big Pharma, le fue casi igual de bien. Sumó dos mil millones de dólares a una fortuna que comenzó el año siendo de 3.500 millones de dólares. Soon-Shiong acertó de pleno con la venta de APP Pharmaceuticals, una de sus empresas de medicamentos, después de que una epidemia de pánico por sangre contaminada convirtiera a APP en el único proveedor norteamericano de un anticoagulante ampliamente utilizado.

La mayoría de los multimillonarios del mundo a buen seguro perdieron dinero el año pasado. Un 87%, según afirma Forbes, “vieron flaquear su balance general personal".

Pero esta caída del balance general todavía conserva mucha garra financiera. En el reino de los multimillonarios, hasta los perdedores sonríen. Como el pintoresco Donald Trump, por ejemplo. Ha perdido casi la mitad de su fortuna desde el último listado Forbes, el año pasado. No importa.

“Vamos en ascenso,” afirma Trump. “Estamos comprando cosas que no habríamos ni soñado comprar hace dos años. Y disponemos de ingente efectivo".

Desde luego, una fortuna valorada sólo sea en mil millones equivale a unos ahorros casi inconmensurables. Una persona que gana 50.000 dólares al año tendría que trabajar 20.000 años para amasar una fortuna equivalente sólo a mil millones de dólares. Los 793 multimillonarios disponen de fortunas que se estiman en una media de 3.000 millones.

Viven más de estos multimillonarios en los Estados Unidos que en cualquier parte del mundo. Gracias a la crisis económica todavía en expansión, hace notar Forbes, los Estados Unidos "están recuperando su dominio como depósito de riqueza".

Los multimillonarios norteamericanos poseen hoy en día el 44% de las fortunas multimillonarias en conjunto. De los 14 multimillonarios más ricos, siete nos saludan desde los Estados Unidos. Lo que es asombroso es que hay cuatro que proceden de la misma familia. Los cuatro herederos principales de la fortuna de Sam Walton, fundador de Wal-Mart, lucen un patrimonio neto combinado de 70.600 millones de dólares.

Cifras así de gigantescas acaban por aturdir. Nos hace falta cierta perspectiva en este caso. Intentémoslo con lo siguiente: más de 19 millones de norteamericanos trabajan para administraciones locales y de los estados, sobre todo en educación. Los fondos de pensiones de los que dependen para la seguridad de su jubilación han perdido, según informó la Reserva Federal la semana pasada, 108.300 millones de dólares, el 35% de su valor, desde que se inició la crisis.

¿Quién es responsable de este derrumbe? Steve Forbes, director de Forbes, parece pensar que nadie tiene responsabilidad personal alguna en nuestra actual carnicería económica. Se ve que contempla el derrumbe como una catástrofe natural más o menos.

“La economía global se ha visto golpeada por un huracán financiero", afirma Forbes. “No es de sorprender que los multimillonarios se hayan visto golpeados a la vez que todos los demás".

Pero los multimillonarios no se han visto golpeados como "todos los demás". Ellos y sus colegas superricos, en su afán por hacer más miles de millones, han sido los que han dado el golpe. Su temerario comportamiento, en los despachos de lujo de Wall Street y la América empresarial, ha desahuciado esencialmente a la clase media norteamericana.

Estos superricos, no obstante lo que han perdido el año pasado, siguen siendo superricos. Pueden seguir permitiéndose cualquier lujo. Y lo que resulta más peligroso para el resto de nosotros es que estos superricos todavía pueden permitirse influir -y distorsionar- las decisiones políticas que determinan quién pagará y quién sufrirá de veras en los atribulados días que no esperan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario