martes, 17 de marzo de 2009

Un remake pavoroso

Números rojos; por Eduardo Montes de Oca


inSurGente.- “Doquier, números rojos, sí: ‘La economía mundial llegará en 2009 al borde de la parálisis, con un crecimiento de apenas el 0,5 por ciento’, según la proyección más baja realizada por el Fondo Monetario Internacional en sus 60 años de existencia… Y las cifras vienen arracimadas, en tropel, como las penas recurrentes entre los trovadores populares: La economía estadounidense se contrajo 6,2 por ciento en el cuarto trimestre de 2008, su peor desempeño en un cuarto de siglo, de acuerdo con el mismísimo Gobierno, que anuncia para el año en curso un encogimiento de entre 0,5 y 1,3 por ciento, con una tasa de desempleo de entre 8,5 y 8,8 por ciento(…) Un remake pavoroso desanda el planeta(…)”.




Números rojos


Eduardo Montes de Oca


inSurGente

Doquier, números rojos, sí: “La economía mundial llegará en 2009 al borde de la parálisis, con un crecimiento de apenas el 0,5 por ciento”, según la proyección más baja realizada por el Fondo Monetario Internacional en sus 60 años de existencia… Y las cifras vienen arracimadas, en tropel, como las penas recurrentes entre los trovadores populares: La economía estadounidense se contrajo 6,2 por ciento en el cuarto trimestre de 2008, su peor desempeño en un cuarto de siglo, de acuerdo con el mismísimo Gobierno, que anuncia para el año en curso un encogimiento de entre 0,5 y 1,3 por ciento, con una tasa de desempleo de entre 8,5 y 8,8 por ciento.

Ah, y si ello fuera todo. Un remake pavoroso desanda el planeta. Las economías “centrales” tendrán, en su conjunto, un crecimiento negativo y, por añadidura, perderán unos 50 millones de empleos, conforme a más de una entidad con solvencia profesional en cuestiones de vaticinios. Vaticinios en este caso más que estimables, creíbles, a juzgar por la realidad constatada. A manera de muestra, consignemos que la producción manufactura japonesa se desplomó en enero 10 por ciento respecto a diciembre, la más estrepitosa, honda caída desde 1953, cuando Tokio se dio a medir estos indicadores. El gasto de los hogares se abismó 5,9 por ciento en relación con el año 2008. Y ese acápite representa más de la mitad del producto interno bruto nipón.

En general, la previsión de crecimiento de 2009 para Asia pergeñada por el FMI es de solo 2,7 por ciento, menos de la tercera parte del aumento computado en 2007, cuando el 9 por ciento encandilaba a ciertos optimistas. Optimistas de capa caída, o sea devenidos pesimistas, o más bien realistas, ante la incontestable situación de que, por ejemplo, la economía británica está experimentando su declive más grande en casi 30 años, y la alemana en alrededor de 20…

Ahora, si el simple examen de datos puede espeluznar al más ecuánime de los entendidos -al pinto de la paloma, en buen romance-, qué decir de aseveraciones tales la de Stephen Roach (DDOOSS/Rebelión) en el sentido de que 2009 pasará a la historia como el año de la primera recesión verdaderamente mundial de la economía moderna. ¿Por qué? “En Estados unidos, el crecimiento basado en los activos se centraba en dos áreas de la economía: la actividad constructora y el consumo personal. Hoy, ambos sectores, que en su mejor momento representaban casi el 80 por ciento del PIB estadounidense, sufren una debilidad sostenida. Eso hace que las economías asiáticas, que dependen de las exportaciones, entren en la ecuación. En efecto, crecieron gracias a burbujas de exportación que, a su vez, dependían de la burbuja de consumo de EE.UU. Asia también contó con la ayuda de unas divisas claramente infravaloradas. Y, para mantener sus divisas baratas, países como China tuvieron que reciclar enormes cantidades de reservas extranjeras en activos basados en el dólar, lo cual contribuyó a suprimir los tipos de interés estadounidenses y sostener precisamente las burbujas de créditos y de activos que alimentaban la economía estadounidense de las burbujas”.

Y en la ecuación habrán de entrar también enclaves como el Oriente Medio, y Australia, Canadá, Brasil, Rusia, África…, pues, a medida que el crecimiento mundial disminuya, se reducirá la demanda de las materias primas, con la consiguiente corrección de los precios, distorsionados por las burbujas, y de los índices de desarrollo de los principales productores.

Por supuesto, aún más larga y compleja será la saga de una crisis que incluso ha hecho vislumbrar la pérdida de gobernabilidad en Europa -la del Este, en plano privilegiado- y en los Estados Unidos, y que va originando un conflicto inherente a diversos niveles, en opinión del colega Jesús Sánchez Rodríguez (Rebelión). Conflicto que anida en el seno del sistema capitalista mundial -ya unos a otros se acusan de proteccionista en detrimento de los demás-, entre diversas fracciones de la burguesía -la de la economía real, la productora, andará ciscándose en la financiera, mientras la pequeña empresa boquea, ayuna de créditos-, entre empresarios y proletarios -se exacerba lo de siempre-, y, desafortunadamente, en el seno de la propia clase obrera -recordemos las huelgas xenófobas de los trabajadores ingleses de la energía-… Todo ello, signos de un guión cuyas líneas generales de desarrollo, coincidamos, son conocidas históricamente: la crisis financiera deriva en crisis económica, y esta en crisis social y política.

¿Qué deparará el futuro? ¿Revoluciones? ¿Desglobalización, con el derrumbe del comercio mundial y la desconexión de los países del Sur para seguir su camino? Muy temprano para prever detalles; pero no para evocar la sabia sentencia de que, a grandes crisis, grandes soluciones. Y podrían ser enormes las soluciones, a juzgar por el rojo encendido de los actuales números económicos. Y políticos. Y sociales.

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