sábado, 5 de diciembre de 2009

Desobediencia en el Congreso

La celebración del trigésimo primer aniversario de la Carta Magna, ha tenido en uno de sus actos, la mejor defensa del texto, y a su vez, la mayor hipocresía que se desprende de ese desconocido escrito al que llamamos Constitución.

Para tal celebración, se organizó una lectura de la Constitución en el congreso de los diputados, lugar de máxima expresión democrática y espacio de mayor debate público. Allí, encima del atril, tuvo que venir un estudiante de instituto a decir lo que todo el mundo piensa pero ningún político comenta acerca de los sindicatos.

A Javier Borderías Villalón, el estudiante en cuestión, le correspondía leer el artículo 28 de la Constitución, que habla de los derechos de sindicación y de convocatoria de huelga, pero no quiso bajarse de la tribuna del hemiciclo sin afirmar que siente pena y vergüenza por el hecho de que los sindicatos no ejerzan este derecho de huelga en los tiempos que corren y que se dediquen exclusivamente a bailar el agua al presidente del Gobierno.

Tal acto de desobediencia y pensamiento crítico fue la mayor defensa que pudo tener el texto en el día de su aniversario. Ejerciendo su derecho de libertad de expresión, que además venía a colación del artículo, estaba ensalzando de manera sublime el espíritu de la Constitución.

La presidencia de la sesión se apresuró a cortar cualquier atisbo de crítica. La contradicción de la situación se basa en que, justamente en el lugar donde reside el poder democrático, el chico fue censurado verbalmente por expresar una verdad incómoda.

Después de oír lo que han llegado a decir nuestros políticos en el Congreso, las palabras de Javier, aparte de no ser malsonantes, tuvieron mucha más carga política que la mayoría de los debates. Bien por el chico y su desobediencia.

1 comentario:

  1. Vaya con el chico, la verdad es que hay que echarle...narices.

    Salud y desobediencia, y a ser posible, alguna referencia.

    Ánimo con la difusión.

    ResponderEliminar