El caso de Pfizer -que pagará una multa enorme por prácticas deshonestas- se produjo tras la denuncia de uno de sus empleados.
La mayor compañía farmacéutica del mundo, está
“lamiéndose sus heridas” después de que acordó pagar una multa sin precedentes de US$2.300 millones de dólares por prácticas comerciales deshonestas en la venta de sus medicinas.
El caso contra la empresa, por promover fármacos para usos no aprobados por las autoridades, se produjo como resultado del acto de un informante interno que reveló a las autoridades las actividades anormales de Pfizer.
John Kopchinsky era representante de ventas de Pfizer. Tal como le dijo a la BBC, denunció a la empresa porque “un día decidió simplemente que no podía seguir viviendo con sus remordimientos de conciencia”.
“Éramos 3.000 representantes de ventas a quienes se nos instruyó promover un fármaco llamado Bextra” explica John Kopchinski.
“Y lo que los gerentes de ventas de Pfizer querían que hiciéramos era descaradamente ilegal”.
“Por ejemplo, la medicina (un antiinflamatorio) había sido aprobada para venderse en tabletas de 10 miligramos como tratamiento de artritis reumatoidea y osteoartritis. Sin embargo, se nos instruyó promoverla para tratar dolor severo y también promover entre los médicos la venta de dosis más altas”.
“Así que algunos médicos estaban utilizando dosis de 20, 40, 60 y hasta 80 miligramos. Y 80 mg. es ocho veces más que la dosis inicialmente aprobada por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA)”, dice Kopchinski.
“Y en esta dosis en particular se está sometiendo al paciente a toda una gama de efectos secundarios y a otros factores que no han sido estudiados científicamente. Es decir, literalmente no teníamos idea de lo que podría pasarle al paciente”.
En efecto, tal como lo establecen los demandantes, Pfizer “promocionó Bextra para varios usos y dosis que la FDA había rehusado validar debido a las dudas sobre sus riesgos”.
Eventualmente el fármaco fue retirado del mercado en 2005 por preocupaciones sobre su seguridad y sus efectos secundarios, particularmente temores de que podía causar infartos y derrames cerebrales.
Pero la empresa no sólo estaba promoviendo ilegalmente al Bextra.
El acuerdo civil establece que la farmacéutica pagó sobornos a profesionales médicos para que recetaran, además del Bextra, otros tres medicamentos: Geodon, un tratamiento para la esquizofrenia, Zvyox, un antibiótico y Lyrica, un analgésico.
Contra el dolor
El trabajo de John Kopchinski y de los otros representantes de ventas de Pfizer consistía en visitar a médicos, dentistas y otros profesionales de la salud, en particular aquéllos vinculados con el tratamiento del dolor y promover al Bextra.
“Se nos instruyó visitar las clínicas de dentistas y promover el uso del fármaco para tratar el dolor después de una extracción de dientes -dice Kopchinski- a pesar de que no hubo estudios llevados a cabo en ese entorno particular”.
“También se nos ordenó promoverlo con ortopedistas para que usaran el fármaco pre y postoperatorio, a pesar de que tampoco se estudió esa área”.
“Y pensé: si yo fuera sometido a una cirugía no me gustaría que me administraran un fármaco que no ha sido estudiado para este síntoma particular”.
“Y hubo otros ejemplos similares de instrucciones que se nos dieron para usar tácticas falsas para vender el fármaco”, agrega.
Kopchinski afirma que no se trataba simplemente de “sugerencias” de venta de la empresa. Eran -dice- instrucciones claras sobre la forma como debía promocionarse y venderse el medicamento.
“Se nos pagaba US$50 por cada protocolo quirúrgico (plan detallado de la actuación médica durante una cirugía) que lográbamos obtener” dice el ex representante de ventas.
“Había representantes que obtenían 10 o 20 protocolos”.
“Yo realmente estaba muy intranquilo haciendo este trabajo y cuando el gerente de distrito nos preguntaba cuántos protocolos habíamos obtenido y yo decía que ninguno, de inmediato se me etiquetó como alguien que no formaba parte del equipo”.
“También tenían otros calificativos para los que no seguíamos las instrucciones de la gerencia: éramos malos comunicadores, no sabíamos participar en equipo y no estábamos promoviendo la marca de la empresa como se deseaba que lo hiciéramos”, explica Kopchinski.
Nadando contra corriente
Cada médico o especialista recibía la visita de tres representantes de ventas, así que -como dice el ex empleado- tratar de hacer lo correcto “era como estar nadando contra corriente”.
“Durante mi visita podía hacerle ver al médico las regulaciones de la FDA y subrayar su uso aprobado de 10 mg. pero dos días después iba a llegar otro representante y promover el uso de 20 u 80 mg. así era muy difícil hacer lo correcto cuando todos a tu alrededor -vendedores, gerentes, directores- estaban promoviendo el uso no autorizado del fármaco”.
Eventualmente John Kopchinksi -veterano de la guerra del Golfo- decidió enfrentarse al gigante corporativo y denunciar esas prácticas ilegales.
“En el ejército se esperaba de mí que protegiera a la gente a como diera lugar. En Pfizer se esperaba de mí que aumentara las ganancias de la compañía a como diera lugar, incluso cuando las ventas estaban poniendo vidas en peligro. Y no pude hacerlo”.
Como lo establecen las leyes de Estados Unidos, Kopchinski recibirá ahora US$50 millones por ayudar a exponer las prácticas deshonestas de una corporación.
Pfizer, por su parte, declaró que lamenta sus pasadas acciones y que aprenderá de ellas.
BBC Noticias
La mayor compañía farmacéutica del mundo, está
“lamiéndose sus heridas” después de que acordó pagar una multa sin precedentes de US$2.300 millones de dólares por prácticas comerciales deshonestas en la venta de sus medicinas.
El caso contra la empresa, por promover fármacos para usos no aprobados por las autoridades, se produjo como resultado del acto de un informante interno que reveló a las autoridades las actividades anormales de Pfizer.
John Kopchinsky era representante de ventas de Pfizer. Tal como le dijo a la BBC, denunció a la empresa porque “un día decidió simplemente que no podía seguir viviendo con sus remordimientos de conciencia”.
“Éramos 3.000 representantes de ventas a quienes se nos instruyó promover un fármaco llamado Bextra” explica John Kopchinski.
“Y lo que los gerentes de ventas de Pfizer querían que hiciéramos era descaradamente ilegal”.
“Por ejemplo, la medicina (un antiinflamatorio) había sido aprobada para venderse en tabletas de 10 miligramos como tratamiento de artritis reumatoidea y osteoartritis. Sin embargo, se nos instruyó promoverla para tratar dolor severo y también promover entre los médicos la venta de dosis más altas”.
“Así que algunos médicos estaban utilizando dosis de 20, 40, 60 y hasta 80 miligramos. Y 80 mg. es ocho veces más que la dosis inicialmente aprobada por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA)”, dice Kopchinski.
“Y en esta dosis en particular se está sometiendo al paciente a toda una gama de efectos secundarios y a otros factores que no han sido estudiados científicamente. Es decir, literalmente no teníamos idea de lo que podría pasarle al paciente”.
En efecto, tal como lo establecen los demandantes, Pfizer “promocionó Bextra para varios usos y dosis que la FDA había rehusado validar debido a las dudas sobre sus riesgos”.
Eventualmente el fármaco fue retirado del mercado en 2005 por preocupaciones sobre su seguridad y sus efectos secundarios, particularmente temores de que podía causar infartos y derrames cerebrales.
Pero la empresa no sólo estaba promoviendo ilegalmente al Bextra.
El acuerdo civil establece que la farmacéutica pagó sobornos a profesionales médicos para que recetaran, además del Bextra, otros tres medicamentos: Geodon, un tratamiento para la esquizofrenia, Zvyox, un antibiótico y Lyrica, un analgésico.
Contra el dolor
El trabajo de John Kopchinski y de los otros representantes de ventas de Pfizer consistía en visitar a médicos, dentistas y otros profesionales de la salud, en particular aquéllos vinculados con el tratamiento del dolor y promover al Bextra.
“Se nos instruyó visitar las clínicas de dentistas y promover el uso del fármaco para tratar el dolor después de una extracción de dientes -dice Kopchinski- a pesar de que no hubo estudios llevados a cabo en ese entorno particular”.
“También se nos ordenó promoverlo con ortopedistas para que usaran el fármaco pre y postoperatorio, a pesar de que tampoco se estudió esa área”.
“Y pensé: si yo fuera sometido a una cirugía no me gustaría que me administraran un fármaco que no ha sido estudiado para este síntoma particular”.
“Y hubo otros ejemplos similares de instrucciones que se nos dieron para usar tácticas falsas para vender el fármaco”, agrega.
Kopchinski afirma que no se trataba simplemente de “sugerencias” de venta de la empresa. Eran -dice- instrucciones claras sobre la forma como debía promocionarse y venderse el medicamento.
“Se nos pagaba US$50 por cada protocolo quirúrgico (plan detallado de la actuación médica durante una cirugía) que lográbamos obtener” dice el ex representante de ventas.
“Había representantes que obtenían 10 o 20 protocolos”.
“Yo realmente estaba muy intranquilo haciendo este trabajo y cuando el gerente de distrito nos preguntaba cuántos protocolos habíamos obtenido y yo decía que ninguno, de inmediato se me etiquetó como alguien que no formaba parte del equipo”.
“También tenían otros calificativos para los que no seguíamos las instrucciones de la gerencia: éramos malos comunicadores, no sabíamos participar en equipo y no estábamos promoviendo la marca de la empresa como se deseaba que lo hiciéramos”, explica Kopchinski.
Nadando contra corriente
Cada médico o especialista recibía la visita de tres representantes de ventas, así que -como dice el ex empleado- tratar de hacer lo correcto “era como estar nadando contra corriente”.
“Durante mi visita podía hacerle ver al médico las regulaciones de la FDA y subrayar su uso aprobado de 10 mg. pero dos días después iba a llegar otro representante y promover el uso de 20 u 80 mg. así era muy difícil hacer lo correcto cuando todos a tu alrededor -vendedores, gerentes, directores- estaban promoviendo el uso no autorizado del fármaco”.
Eventualmente John Kopchinksi -veterano de la guerra del Golfo- decidió enfrentarse al gigante corporativo y denunciar esas prácticas ilegales.
“En el ejército se esperaba de mí que protegiera a la gente a como diera lugar. En Pfizer se esperaba de mí que aumentara las ganancias de la compañía a como diera lugar, incluso cuando las ventas estaban poniendo vidas en peligro. Y no pude hacerlo”.
Como lo establecen las leyes de Estados Unidos, Kopchinski recibirá ahora US$50 millones por ayudar a exponer las prácticas deshonestas de una corporación.
Pfizer, por su parte, declaró que lamenta sus pasadas acciones y que aprenderá de ellas.
BBC Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario