martes, 22 de diciembre de 2009

El fin de una era, la esperanza del cambio


De todos los resúmenes sobre cómo ha transcurrido la Cumbre del Clima de Copenhagen y qué conclusiones pueden obtenerse creo que uno de los más claros y concretos es el que reproduce Internautas TV escrito por el ex europarlamentario de Los Verdes, David Hammerstein, que les muestro a continuación. El actual modelo económico es un fracaso. No sólo no hace felices a la mayoría de las personas que viven bajo su órbita, casi todos los habitantes del planeta, sino que aumenta las desigualdades, promueve la guerra como manera de abrir nuevos mercados, condena a la explotación laboral a la mayor parte de las personas y depreda la naturaleza sin contemplaciones. El acuerdo de mínimos de la ciudad danesa es lo más parecido a un suicidio programado al que sólo le veo como positivo que es la viva demostración de que buena parte del mundo ha asimilado el fracaso del capitalismo. El desacuerdo generalizado cuando era tan necesario un acuerdo ambicioso así lo demuestra. Creo que lo responsable es ejercer la desobediencia civil hacia un modelo ruinoso, no participar en la medida de lo posible en su alimento. Pero no debemos olvidar que son necesarias las alternativas aquí y ahora, participemos también en la medida de nuestras posibilidades en la construcción de alternativas, las hay y pueden resumirse en una palabra: El actual modelo ha de dar paso a una economía limpia, equitativa, en la que productores cuenten a la hora de producir, enfocada a las necesidades y no a la pulsión del consumo por el consumo. El modelo político que sostenga esa economía ha de ser democrático, participativo por democrático, llevada la capacidad de decisión de las personas a todos los ámbitos: familia, empresa, comunidades e instituciones de todo tipo y a la administraciones públicas.
Es el propio modelo económico global el que está en crisis.
Seguramente habrá quien piense que la crisis es el propio
sistema. A decir verdad, la crisis es el estado normal de funcionamiento
del modelo. Así ha sido desde el principio. No puede
ser de otro modo cuando dicho «proyecto económico», por
llamarlo de algún modo, se cimenta en el crecimiento infinito
en un espacio finito como es el planeta Tierra, la casa común
que nos acoge.
Es el propio modelo económico global el que está en crisis. Seguramente habrá quien piense que la crisis es el propio sistema. A decir verdad, la crisis es el estado normal de funcionamiento del modelo. Así ha sido desde el principio. No puede ser de otro modo cuando dicho «proyecto económico», por llamarlo de algún modo, se cimenta en el crecimiento infinito en un espacio finito como es el planeta Tierra, la casa común que nos acoge. Y ahora vemos y sufrimos sus consecuencias.
Alguien dirá que no hay más que ver el estilo de vida occidental o los progresos de la civilización occidental para ver que “nunca hemos vivido mejor”. Precisamente observando dicho “estilo de vida” entendemos que vivimos en una burbuja, un modelo de alienación psíquica, insostenibilidad ecológica, injusticia social -sólo una minoría puede vivir en el despilfarro-. Urge revisar qué consideramos progreso, bienestar, calidad de vida, porque me temo que estos sólo podemos hacer que perduren en el tiempo, que sean sostenibles -que se sostengan por sí mismos hacia el infinito- dando un giro a nuestro sistema de vida y apostando por valores como la austeridad, el reducir la velocidad de nuestro ritmo de vida y de la economía, el ahorro y la eficiencia energética, el consumo en función de necesidades.
Podría seguir y seguiré en otras ocasiones pero creo que este último concepto puede bien servirnos de villancico navideño, no se me ha ocurrido nada mejor, no tengo ánimo para ello. Sean felices estos días navideños, intenten practicar la esperanza del cambio. Y no se pierdan el video “The story of stuff”, gran éxito de 2009 que ahora tiene subtítulos en castellano. Todo sobre nuestra economía tóxico-consumista: Para cambiar de sistema en vez de clima, como me escribe quien me lo envía.
Más info: El libro La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo (Península, 2009) contiene un epílogo titulado La esperanza brota de la crisis que abunda en esta línea.

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