miércoles, 30 de diciembre de 2009

Fluye la pasta

La SGAE sale de compras: se hace con los teatros Coliseum y Lope de Vega

La Sociedad General de Autores (SGAE) a través de la red teatral ARTeria, se ha hecho con el control de dos de los teatros más emblemáticos de Madrid: el Coliseum y el Lope de Vega. Con una inversión cercana a los 90 millones de euros. Recordemos que la SGAE opera como una organización privilegiada por el actual gobierno, con capacidad de recaudar impuestos pese a su carácter privado. Ello ha provocado que no desde pocas instancias se les califique de “mafiosos”.


La compra, según informa el diario ABC, se habría realizado a través de la sociedad EMVI, perteneciente al grupo de Juan Bautista Soler y su coste está muy por encima del precio del mercado, según algunos expertos en la materia.

Con estas compras, ARTeria, es decir, la SGAE, se habría hecho ya con el control de 20 teatros en todo el mundo en una operación de ambiciones y dimensiones desconocidas en este sector en todo el mundo.

Tan es así, que diversos representantes del sector privado han mantenido varios encuentros con representantes del Ministerio de Cultura, entre ellos la titular de la cartera, Ángeles González Sinde, para mostrar su preocupación por lo que ellos consideran como una intromisión ilegítima que fomenta la competencia desleal.

Esta operación, además, hace que la SGAE entre también de lleno en el mundo inmobiliario, ya que a partir de ahora se ocupará también del arrendamiento de unos 40 pisos incluidos en la adquisición del teatro Coliseum.
De estos alquileres, la SGAE logrará una importante fuente de dinero con la que financiar estas operaciones, de dimensiones financieras extraordinarias.

Pese al gran número de teatros que integra ARTeria, esta red de teatros está pasando por algunos problemas que le han hecho sufrir retrasos en la apertura de algunas de estas instalaciones.

Al ya citado caso del Palacio del Infante Don Luis en Boadilla, hay que unir el teatro de los Campos Elíseos en Bilbao, el del Paralel de Barcelona o el de la Torre de la Música de Valencia. Todos ellos deberían haber iniciado su actividad mucho antes de lo previsto.

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