miércoles, 22 de abril de 2009

La era del éxito del control social

Esta es la novena entrega de la colección de artículos que el profesor Máximo Sandín ha titulado Darwin, las ideas dominantes y los que dominan.

Como saben, este año se conmemora el segundo centenario del nacimiento de Charles Darwin, autor de la polémica teoría de la evolución. Por ello estoy publicando unos artículos que Sandín, profesor de Antropología Biológica en el Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, me ha enviado. Espero que les gusten y que contribuyan la debate.

-Cuando yo uso una palabra -insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso- quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.

-La cuestión -insistió Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

-La cuestión -zanjó Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda…, eso es todo.

Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas.


Las cifras son astronómicas. El dinero requisado a los ciudadanos que se está empleando para “salvar a la banca” y “sanear empresas” podría haber acabado con el hambre en el Mundo no se sabe cuantas veces. Pero es la lógica “del mercado”. Si semejante latrocinio no ha provocado una rebelión popular en los llamados “países civilizados”, se podría decir, sin ánimo de dramatizar, que lo han conseguido. Han conseguido domesticar, controlar nuestras mentes. Y con sólo unas pocas frases hipnopédicas:

Siempre ha habido mercados… La libertad de mercado es el instrumento que mejor colabora a la libertad personal… Es la libertad de elegir mercancías de modo que las transacciones sean moralmente voluntarias y también que exista información perfecta y otras condiciones que garanticen la competencia perfecta

El precio de los bienes o servicios es acordado por el consentimiento mutuo de los vendedores y de los compradores mediante las leyes de la oferta y la demanda

Sólo hay un pequeño problema que enturbia la perfección del funcionamiento de esta “leyes”. Que no hay para todos:

El hombre, si no puede lograr que los padres o parientes a quienes corresponde lo mantengan, y si la sociedad no quiere su trabajo, no tiene derecho alguno ni a la menor ración de alimentos, no tiene por qué estar donde está, en ese espléndido banquete no le han puesto cubierto. La naturaleza le ordena que se vaya y no tardará en ejecutar su propia orden, si ese hombre no logra compasión de alguno de los invitados. Si estos se levantan y le dejan sitio, acudirán enseguida otros intrusos pidiendo el mismo favor y se perturbará así el orden, la armonía de la fiesta y la abundancia que antes reinaba, se convertirá en escasez”. (Tomas Malthus “Ensayo sobre el principio de población”, 1789).


Porque en “el espléndido banquete” sólo hay sitio para los que lo organizan. Quedan, como mucho, los restos para sus lacayos. Pero no existe la menor posibilidad de pensar en una alternativa algo más generosa, capaz de transformar el espléndido banquete para unos pocos en comida suficiente para todos. Se trata de una ley de la Naturaleza. Más aún, como dijo John Rockefeller “la supervivencia del más apto /…/ es simplemente la combinación de una ley de la Naturaleza con una ley de Dios”.

Cuando el imperio económico llega a tal magnitud y, además, se está convencido de tener de su lado semejantes poderes, resulta inquietante imaginar hasta donde se puede pretender llegar. Por eso, resulta tan alarmante que los mismos que financian a las empresas implicadas en la supuesta “ingeniería genética”, los que financiaron e impulsaron la ambientalmente y socialmente tan catastrófica y económicamente tan rentable “revolución verde” y ahora las poderosas y tóxicas empresas de alimentos transgénicos, sean los que están creando el banco de semillas de Svalbard.La cámara del día del juicio final”.

Valid for the whole of Svalbard 4557.1

No quisiera alarmar sin fundamento a mi suspicaz lector, pero se me ocurre una pregunta: ¿Donde nos quieren llevar? Y supongo que es posible que a él se le ocurra otra: ¿Hay algo que ellos sepan que nosotros no sepamos?

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