jueves, 4 de febrero de 2010

Las soldados del ejército israelí rompen su silencio

Amir Shilo
Ynetnews.com
Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
03/02/10

Seis años después de la primera recopilación de testimonios de Breaking the Silence (Rompiendo el Silencio), la organización publica un cuadernillo de testimonios de mujeres que han hecho el servicio militar en los Territorios Palestinos Ocupados. Los relatos incluyen la humillación sistemática de los palestinos, violencia cruel y temeraria, robos, aniquilación de personas inocentes y encubrimiento. Éstos sólo son algunos de los testimonios:

«Una mujer soldado de combate necesita demostrar más… una mujer soldado que da una paliza a los demás es una luchadora seria… cuando llegué sólo había otra mujer allí, estaba antes que yo… todos hablaban de lo impresionante que se había vuelto porque humillaba a los árabes sin ningún problema. Ese era el indicador. Tenías que haberla visto, la forma en que humillaba, la forma en que les abofeteaba, ¡caray!, realmente abofeteó a aquel tipo».

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La organización Breaking the Silence publicó el viernes un cuadernillo de testimonios de mujeres soldados enumerando varios casos de maltratos concernientes a palestinos en Cisjordania.

En los últimos años, las mujeres se han implicado cada vez más en operaciones de campo y de combate en las fuerzas armadas israelíes y en la policía de fronteras. Entre otras cosas, estas mujeres soldados se emplean en el contacto diario con la población palestina, en los obstáculos viarios y controles de carreteras y en las comunidades palestinas.

Según los últimos testimonios, muchas de esas jóvenes tienen problemas para hacer frente a la violenta realidad a la que están expuestas y se hallan en situaciones que contradicen sus valores. Algunas acaban implicadas en actos, o hacen la vista gorda a éstos, que van a agobiarles años después. Como sus colegas varones, algunas de esas mujeres tienen la necesidad de hablar de lo que vieron.

«Las chicas tienen más dificultades para contar la historia, porque en principio son la minoría», dice la directora de la organización, Dana Golan.

Cada soldado les hacía una «caricia»

En el marco del ultimo proyecto, Breaking the Silence recopiló los testimonios de más de 50 mujeres soldados que sirvieron en varios puestos de los Territorios. Ynet presenta algunos de los destacados en este informe.

Golan señala que las mujeres soldados no fueron más sensibles ante los palestinos que sus camaradas varones.

«Descubrimos que las chicas tratan de ser todavía más violentas y brutales que los chicos, sólo para llegar a ser ‘un tío’» dijo.

Una mujer de la guardia de fronteras de la Línea de Costura habló de la caza de inmigrantes ilegales: «En media hora podía coger a 30 personas sin ningún esfuerzo». Entonces llega la cuestión de qué hay que hacer con los capturados, incluidas las mujeres, niños y ancianos. «Teníamos que tenerlos de pie, y ahí está la conocida canción Guardia de Fronteras (en árabe): ‘Un hummus, una habichuela, amo a la guardia de fronteras’ –les hacíamos cantar esto. Cantar y saltar. Exactamente lo mismo que hacían a los reclutas… lo mismo, sólo que mucho peor. Y si uno de ellos se reía, o si decidían que alguno se había reído, le daban puñetazos. ¿Por qué te ríes? Bofetón… podía durar horas, dependiendo de lo aburridos que estuvieran. Un turno dura ocho horas, hay que pasar el tiempo de algún modo».

La mayoría de las mujeres soldados dicen que intuían que había un problema durante su servicio, pero no hicieron nada.

Otro testimonio de una mujer soldado que estuvo de servicio en el puesto militar de control de Erez, indica cómo la violencia estaba profundamente arraigada en la rutina diaria: «Había un procedimiento en el que antes de liberar a un palestino de retorno a la Franja, le metías dentro de la tienda y le golpeabas».

¿Eso era un procedimiento?

«Si, junto a los mandos».

¿Cuánto duraba?

«No mucho; en 20 minutos estaban en la base, pero los soldados pararían en el puesto para beber café y fumar mientras los tipos del puesto de mando le golpeaban».

¿Esto sucedía con cualquier extranjero ilegal?

«No habían tantos… no es algo que se hiciera todos los días, sino una especie de procedimiento. No sé si lo imponían todos y cada uno de los días… me llevó un tiempo darme cuenta al final de que si soltaba a un extranjero ilegal, para cuando fuera retornado a Gaza iría a través del infierno… podían pasar dos o tres horas hasta que pudiera entrar en la Franja. En el caso de los niños, era toda una noche. Era de locos, puesto que está a diez minutos andando. Los paraban por el camino; cada soldado les daba una ‘caricia’, incluidos los mandos».

La mano rota del niño sobre la silla

Una soldado de la unidad de policía militar Sachlav, apostada en Hebrón, recuerda a un niño palestino que sistemáticamente provocaba a los soldados arrojándoles piedras y otras acciones similares. Una vez se las arregló para asustar a un soldado que cayó de su puesto y se rompió una pierna.

La venganza llegó poco después: «No se quién ni cómo, pero sé que dos de nuestro soldados lo pusieron sobre un jeep y que semanas después el niño caminaba con escayolas en brazos y piernas… se habló de ello en la unidad mucho realmente; sobre cómo se sentaron sobre él en el suelo y pusieron su mano sobre la silla y simplemente se la rompieron allí mismo, sobre la silla».

Incluso los niños pequeños no se libran de actos de violencia arbitraria, dice una oficial de la guardia de fronteras que presta servicio cerca de la verja de separación: «Cogimos a uno de 5 años… no puedo recordar lo que hizo… lo cogimos para llevarlo de vuelta a los Territorios, el oficial le dio una bofetada y lo puso en el jeep. El niño estaba llorando y el agente que estaba junto a él le dijo ‘no llores’ y empezó a reírse de él. Finalmente el niño esbozó una sonrisa y de repente el agente le dio un puñetazo en el estomago. ¿Por qué? ‘No te rías en mi cara’ dijo».

¿Hubo también abusos a mujeres?

«Sí», responde la misma soldado. «Bofetadas y cosas de ese tipo. Principalmente bofetadas».

¿De los hombres?

«También, de quien fuera. Eran principalmente las mujeres soldados quienes golpeaban a la gente. Había dos a quienes realmente les gustaba mucho golpear a la gente. Pero también los hombres, no tenían ningún problema en abofetear a una mujer. Si ella gritaba, le decían ‘calla’, con otro bofetón. Una rutina de la violencia. Estaban también los que no participaban, pero todo el mundo sabía lo que pasaba».

Algunas veces era necesaria toda una «producción» para satisfacer los impulsos violentos. «Hay un sentimiento de violencia», dice una policía de fronteras del área de Jenín. «Y sí, es aburrido, así que creamos algún tipo de acción. Habíamos cogido la radio y dijimos que nos arrojaban piedras, después alguien fue arrestado, empezaron a investigarle… había una mujer policía, estaba aburrida así que, bien, dijo que le estaban tirando piedras. Le preguntaron quién las arrojaba. ‘No lo sé. Dos con camisetas grises, no conseguí verlos’. Cogieron a dos tipos con camisetas grises… les golpearon. ¿Son ellos? ‘No, creo que no’. Bien, un incidente más, gente apaleada. Ese día no pasó nada».

Un suboficial de instrucción de la guardia de fronteras se llevó a sus agentes para un domingo cultural; un espectáculo en Tel Aviv. Cuando regresaron a su base en la Franja de Gaza, se quedaron espantados por la disonancia; un momento antes estaban aplaudiendo en un teatro, al siguiente estaban actuando como bestias.

«Cruzar el puesto militar de control es como otro mundo… los palestinos caminan arrastrando maletas de ruedas al lado de la carretera, con carros, burros… entonces los guardias de fronteras cogen un camión con los restos de comida y empiezan a arrojárselos… requesón, verduras podridas… Es lo más espantoso que he experimentado en los territorios».

La soldado dice que trató de protestar, pero fue silenciada por los oficiales al mando. Cuando trató de entrevistarse con autoridades más altas se encontró una solución. «Casi inmediatamente conseguí entrar en un curso de oficiales».

No sabes en que lado estás

Algunos testimonios documentan incidentes de vandalismo en propiedades palestinas e incluso robos. La misma soldado que relató su época en el puesto militar de control de Erez dice, «muchas veces los soldados abrían los alimentos de los palestinos».

¿Y también los robaban?

«Sí. Cogían cosas todo el tiempo en los puestos de control militar en los Territorios. Nunca vería a un soldado sin musabaha (pasta de garbanzo similar al humus). Y eso era algo que daban muchas veces… están tan desesperados por pasar que incluso a veces barajaban sobornar un poco a los soldados…».

Una oficial de la guardia de fronteras habló de cómo los niños palestinos llegaban a los puestos militares de control con sacos de juguetes para vender y la forma en que los trataban los guardias: «’está bien, tíranos el saco. ¡Vaya!, necesito pilas’, y las cogían. Tomaban todo lo que querían»

¿Qué cogían?

«Juguetes, pilas, cualquier cosa… cigarrillos. Estoy segura de que también cogieron dinero, pero no lo recuerdo concretamente». También habló de un incidente en el que el saqueo fue captado por una cámara de televisión y el asunto estalló. «Entonces, el comandante de la compañía nos reunió y nos reprendió: ‘¿cómo no pensasteis que os podían ver?’ No se castigó a nadie. Realmente estábamos en un ambiente en el que nos pemitían golpear y humillar».

Algunos de los relatos más graves proceden de Hebrón. Una soldado Sachlav habló de una de las aficiones de la compañía: las pistolas de juguete. «Esas pelotillas de plástico realmente duelen… teníamos un montón… estabas sentado haciendo guardia y ‘¡tak!’ disparabas a un niño, ‘¡tak!’, disparabas a otro niño».

Cuenta un incidente en el que una reportera palestina tomó una fotografía de un soldado apuntando con una pistola a la cabeza de un niño. Dijo que una «patrulla especial» fue a Hebrón y regresó con las fotografías. El soldado dijo que no había pagado a la reportera ni la había amenazado.

¿Y las fotografías se distribuyeron por la compañía?

«No, se destruyeron el mismo día».

¿Qué hizo el comandante de la compañía al respecto?

«Dijo que menos mal que no habían llegado a la unidad del portavoz de las fuerzas armadas»

Algunos testimonios de Hebrón se ocupan de la difícil posición en la que se hallan los soldados, entre los palestinos y los colonos -de los cuales dicen que son todavía más difíciles de tratar-. Algunas soldados se conmocionaron con el grado de violencia de los niños de los colonos contra los palestinos. «Los niños judíos, les arrojaban piedras», una soldado de Nahal dijo, «y los padres no les dicen nada… ves esto todos los días en Tel Rumeida».

¿No te parece extraño que un niño arroje piedras a otro niño?

«Como un niño es judío y el otro es palestino, de algún modo está bien… y era obvio que acto seguido habría un desorden. Y realmente no sabes en qué lado estás… tuve que hacer un cambio en mi cabeza y mantener el odio a los árabes y justificar a los judíos».

En su frustración, la misma soldado contó que una vez escupió a un palestino en la calle: «No creo que hubiera hecho nada. Pero otra vez había refrescado y era lo único que yo podía hacer para… ya sabes, no podía presumir de capturar a un terrorista… pero podía escupirle, humillarle y reírme de él».

Otra soldado Sachlav relató que una vez una niña colona de ocho años en Hebrón decidió dar un fuerte golpe con una piedra en la cabeza de un palestino adulto que se cruzó al pasar ella por la calle. «¡Boom! Saltó sobre él y le dio justo aquí, en la cabeza… entonces empezó a gritar ‘Asqueroso, asqueroso, su sangre me ha manchado’».

La soldado dice que el palestino se giro hacia la niña, un movimiento que fue interpretado como una amenaza por uno de los soldados de la zona, que además le asestó un puñetazo: «y yo estaba allí aterrada… una inocente niña con su vestido de Shabbat… el árabe cubriendo su herida con la mano y corriendo». Relata otro incidente con la misma criatura: «recuerdo que tenía a su hermano en el cochecito, un bebé. Le daba piedras y le decía: ‘tíraselas a los árabes’».

De nueve años, muerto por disparos

Otros testimonios suscitan la preocupación con respecto a los procedimientos de abrir fuego en los Territorios, particularmente en controles masivos de armas. Una guardia de fronteras detalló el protocolo que denomina «desmontado de goma”; el desmantelamiento de una bala de goma en tres balas individuales y el pelado de la goma de cada una de ellas. También contó que pese a las órdenes claras de disparar al aire o a los pies de los manifestantes, es un procedimiento común dispararles al abdomen.

Una oficial de la guardia de fronteras de Jenín habló de un incidente en el que un palestino de nueve años que trató de escalar la valla falló y escapó, fue tiroteado hasta que lo mataron: «le dispararon… cuando ya estaba en los Territorios y no suponían ningún peligro. Le dispararon al abdomen porque decían que iba en bicicleta y no podían dispararle a las piernas».

Pero la soldado se quedó más desconcertada por lo que sucedió a continuación entre los cuatro soldados presentes: «inmediatamente contaron su historia directamente… Se llevó a cabo una investigación y al principio dijeron que era una ejecución injustificada… al final afirmaron que estaba revisando vías de escape para terroristas o algo así… y cerraron el caso».

Una soldado de los servicios de inteligencia que sirvió cerca de Etzion relata un incidente en el que los francotiradores mataron a un muchacho sospechoso de lanzar un cóctel Molotov. Los soldados coordinaron sus relatos, y la soldado quedó conmocionada, principalmente por el ambiente alegre que rodeaba el incidente: «en la evaluación que escribieron después del incidente dijeron que todo estaba tranquilo».

«No saben cómo tratar a las mujeres»

Las mujeres soldados mencionan repetidamente las particulares dificultades que han tenido como mujeres, ya que tenían que demostrar que eran «combatientes» en medio de la incitación masculina por un lado, y los palestinos, quienes lo pasan mal tratando con mujeres uniformadas, por el otro. El siguiente relato de una oficial de la guardia de fronteras, resume el asunto.

Cuando el entrevistador le pregunta si los palestinos «sufren incluso más de las mujeres de la guardia de fronteras», dice: «Sí, sí. Porque no saben cómo aceptar a las mujeres. En el momento que una chica abofetea a un hombre, el se siente tan humillado, tan humillado, que no sabe qué hacer consigo… soy una chica fuerte, de complexión fornida, y esto es aún más difícil de manejar para ellos. Así que una de sus formas de enfrentarse es la risa. En realidad, precisamente empezaron a reírse de mí. El comandante me miró y dijo, ‘¿Qué? ¿Vas a permitir este desliz? Mira cómo se ríe de ti’. Y entonces, como tienes que recobrar la dignidad… les dije que se sentaran y a él que viniera…le dije que se acercara, en realidad me acerqué a él, como si quisiera ir a besarle. Le dije ‘ven, ven, ¿tienes miedo? ¡Acércate!’ Y le golpeé en los testículos. Le dije: ¿Por qué no te ríes? Estaba conmocionado, y entonces se dio cuenta de que… no era para reír. No se debería llegar una situación así».

¿Le golpeaste con la rodilla?

«Le di una patada en los testículos. Con el pie, haciendo una parodia militar le golpeé en los testículos. No se si te han golpeado alguna vez en los testículos, pero parece que duele. Dejó de reírse en mi cara porque le dolía. Después le llevamos a una comisaría de policía y pensé, ‘¡vaya!, ahora voy a meterme en problemas. Puede quejarse de mí y yo podría recibir una denuncia de la división de investigación de la policía militar».

«Él no dijo ni una palabra. Estaba atemorizada y pensé, tengo miedo por mí misma y no por él. Pero él no dijo ni una palabra. ¿Cómo iba a decir que le había pegado una chica? Pudo decirlo, pero, gracias a Dios, tres años después no he sabido nada más y nadie sabe nada de esto».

¿Qué sentiste en aquel momento?

«El poder, la fuerza que no debería haber logrado de esa forma. Pero no me jacté de ello. Eso es por lo que lo hice de ese modo, uno a uno. Les dije que se sentaran en un lado, vi que él no estaba mirando. Me dije a mí misma que no tenía sentido que como chica que da más y que vale más que algunos chicos, ellos se rieran de mí porque soy chica. Porque piensan que no puedo hacerlo…»

Hoy, al verlo tres años después ¿habrías hecho las cosas de forma diferente?

«Cambiaría el sistema. Es gravemente defectuoso».

¿Qué significa eso?

«El sistema es profundamente deficiente. Toda la administración, la forma en la que funcionan las cosas. No es correcto. No se como lo haría… no creo que hiciera lo correcto en ese incidente pero es lo que tuve que hacer. Es inevitable en esas circunstancias».

¿Estás diciendo que los soldados rasos sobre el terreno no son el problema, sino toda la situación que les rodea?

«Si, toda esa situación es problemática».

La oficina del portavoz de las Fuerzas Armadas de Israel dijo en respuesta a la publicación: «Esos son testimonios anónimos sin ninguna mención a un tiempo o lugar y su veracidad no se puede comprobar de ningún modo. El ejército israelí es una organización controlada por el Estado, que aprende y saca conclusiones, y que coopera con cualquier organismo serio con la meta compartida de agotar cualquier investigación cuando se requiera.

«Las fuerzas del comando central están ocupadas en una batalla diaria contra las organizaciones terroristas. Los soldados siguen un adiestramiento profesional que incluye una referencia especial al contacto con la población palestina, preparación mental dirigida por profesionales, un entrenamiento de rutina por sus mandos y un control continuo».

«Otro aspecto de la supervision sobre la actividad de las fuerzas israelíes es el aspecto legal de las investigaciones. Las fuerzas israelíes incluyen una serie de organismos cuyo trabajo es examinar incidentes en los que se sospeche cualquier actividad contraria a las órdenes. La apelación a esos organismos es el derecho, pero también el deber, de cualquier soldado o mando que perciba que una actividad se está haciendo en contra de las órdenes. Las soldados y las oficiales reciben el mismo entrenamiento que el que se da a los combatientes».

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