El estado de Israel ha desarrollado, durante décadas, armas nucleares, biológicas y químicas en secreto. Esta clandestinidad implica grandes riesgos ambientales y sanitarios solo acallados mediante el terror. Periodistas, militares y empleados amenazados y hasta enjuiciados, secretamente, por traición. El caso emblemático es Mordechai Vanunu, quien fue secuestrado en Roma, incomunicado durante once años y detenido durante dieciocho.
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