sábado, 12 de junio de 2010

“LA AGRICULTURA NATURAL es el único futuro posible”: entrevista a Panos Manikis, discípulo de Fukuoka

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“Fue como una revelación. Apenas leí una línea dije: Esto es. Estaba convencido de que EL SER HUMANO PUEDE VIVIR UNA VIDA SANA SIN MEDICAMENTOS, si se rodea de un entorno sano y se alimenta de forma sana. Buscaba autores que hubieran trabajado en esa dirección y fue así como descubrí a Fukuoka. A los pocos meses lo dejé todo y me fui a Japón. Tenía 30 años”
“Nuestros retos no sólo son sembrar bolas de arcilla en todo el mundo, sino crear GRANJAS AUTOSUFICIENTES, en Grecia y en todos los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina”
“En los últimos diez años hemos sembrado grandes superficies, de 500, 1.000, 10.000 hectáreas. Nunca cobramos nada. Todo el mundo cree que necesitamos dinero para hacer cosas. Yo creo que necesitamos corazón”
“Hace cien años, cualquier tipo de agricultura alternativa era buena. Pero en estos momentos ya no nos queda tiempo. Con la agricultura natural y las bolas de arcilla podemos sembrar grandes áreas de una sola vez con la ayuda de aviones, y de esta manera hacer reverdecer la tierra. Ningún otro método tiene una propuesta a este nivel”
“Hasta ahora, la ciencia, la religión y la filosofía han estado desconectadas. Es la mente científica la que nos ha marcado el camino y hemos llegado a un punto muerto. HEMOS DESTRUIDO LA NATURALEZA Y POR ESO SUFRIMOS”
Panos Manikis, discípulo de Masanobu Fukuoka
Continuamente nos venden la idea de que para acabar con el hambre en el mundo y progresar necesitamos más tecnología, más transgénicos, más pesticidas y siempre más y más. Pero hay otra forma de ver la cosas, discreta pero eficaz desde hace décadas y que cada día va ganando más adeptos entre los que se acercan a ella. Se trata de LA REVOLUCIÓN DE LA BRIZNA DE PAJA de Masanobu Fukuoka de quien hablamos aquí.
Uno de sus discípulos y Director del Centro Europeo de Agricultura Natural, Panos Manikis, nos explica en qué consiste esta revolución en la entrevista realizada por Eva Terol en la revista de la Fundación +árboles donde se homenajea la figura del científico y sabio japonés y su filosofía del “no hacer”.
Panos Manikis nos habla de cómo cambió su vida tras leer y conocer a este autor, expone porqué es más efectivo sembrar semillas nendo dango que plantar árboles, nos recuerda la gran dependencia de la agricultura actual del petróleo y nos hace reflexionar sobre nuestro modelo de vida.
Él dedica su vida a a difundir las enseñanzas de Fukuoka y hacer del planeta un paraíso con la ayuda de otras personas.
Esto no son utopías, son decisiones personales y colectivas.
Toda la revista es recomendable pero destacamos este entrevista a Panos Manikis:
“LA AGRICULTURA NATURAL ES EL ÚNICO FUTURO POSIBLE”
Fue una grave enfermedad la que llevó a Panas Manikis a buscar respuestas. Hasta que leyó “La revolución de una brizna de paja“, y ya nunca fue el mismo. Hoy, Manikis dedica su vida a difundir las enseñanzas de Fukuoka. A reverdecer este planeta mediante siembras de nendo dango y a fundar granjas naturales autosuficientes. Dirige desde Edessa (Grecia) el Centro Europeo de Agricultura Natural, acude allí donde le invitan a compartir su sabiduría y cree que sólo la apertura del corazón puede cambiar el mundo.
¿Qué significó para usted leer la obra de Fukuoka?
Fue como una revelación. Apenas leí una línea dije: Esto es. Estaba convencido de que el ser humano puede vivir una vida sana sin medicamentos, si se rodea de un entorno sano y se alimenta de forma sana. Buscaba autores que hubieran trabajado en esa dirección y fue así como descubrí a Fukuoka. A los pocos meses lo dejé todo y me fui a Japón. Tenía 30 años.
Era una oportunidad única, vivir como un granjero y traspasar de la idea romántica de lo que creemos que es ser granjero. Trabajando con Fukuoka comprendí que no se trataba simplemente de ser granjero, sino que aquello era un camino espiritual.
¿Cómo recuerda aquel tiempo?
Cuando llegué a Japón, en el año 1980, Fukuoka estaba inmerso en una investigación para descubrir porqué morían los pinos. Pasaba mucho tiempo en su laboratorio, pero cuando venía a la montaña y nos hablaba, su energía era como la de un torrente, fluyendo muy rápido.
Muchas veces no entendía de qué estaba hablando. Vivíamos en unas cabañas de caña y barro aprendiendo las tareas campesinas. Durante el día trabajábamos. De noche, nos reuníamos para hablar de nuestras vidas. Recuerdo aquel tiempo como algo único. Hice muy buenos amigos allí. Todos compartíamos el sueño de un mundo mejor.
¿Seis meses fueron suficientes para aprenderlo todo del maestro?
Lo cierto es que aprendí el idioma muy pronto. Y aunque cuando llegué pensaba que me quedaría allí varios años, permanecí solo seis meses. Luego me enamoré de una mujer brasileña y decidimos marcharnos a Brasil. Más tarde, en el verano de 1991 acompañamos a Fukuoka en su primer viaje a Europa.
Durante dos meses recorrimos siete países europeos, entre ellos Italia, Holanda, Austria y Suiza. Para mi fue una experiencia muy importante. En Japón aprendí cómo usar las herramientas, cómo trabajar la tierra, como leer los mensajes de la naturaleza, pero en Europa mi experiencia se completó con un aprendizaje teórico. Se organizaron muchísimos encuentros, charlas en universidades y reuniones informales en diferentes granjas. Aquello fue como una universidad para mí.
Y decidió regresar a casa…
Llegó un momento en que era obvio que quería vivir mi vida como un granjero. Trabajé durante un tiempo, gané algo de dinero y compré un terreno en el norte de Grecia, cerca de Edessa. Cinco años después de comprar la granja, Fukuoka me hizo llegar una copia de “La revolución de Dios, el ser humano y la Naturaleza en japonés”. Mientras abría el paquete con manos temblorosas, supe que algo importante iba a suceder en mi vida.

Hasta el momento había creído que bastaba con crear un pequeño paraíso en mi granja y vivir feliz. Después de leer su libro, me puse enfermo. Pasé un tiempo con mucha fiebre y con taquicardias. Recuerdo que era invierno, nevaba y no tenía mucho trabajo en la granja. En dos meses estaba lista la traducción de aquel libro. En él me encontré con el corazón de su filosofía. Y supe que desde ese momento dedicaría mi vida hacer del planeta un paraíso, con la ayuda de otros. Cuatro meses después hacíamos la primera siembra de nendo dango en Grecia, con 30 voluntarios de diferentes lugares del país. Sembramos un área de cinco hectáreas. Fue un éxito.
¿Cómo resumiría la filosofía de Masanobu Fukuoka?
Con tres frases.
  • La primera sería: “La verdadera belleza, la verdadera verdad y la verdadera bondad solo existen en la naturaleza”
  • La segunda: “El ser humano sufre porque se ha separado de la naturaleza y la única manera de volver a estar sano, de cuerpo y mente, es regresar a la naturaleza”
  • Y por último: “Si la naturaleza muere, la humanidad muere y Dios muere”
Precisamente a difundir sus enseñanzas dedica buena parte de su tiempo…
Desde 1993, cada año, durante la primera semana de agosto, hacemos bolitas de arcilla y las sembramos. En los últimos diez años hemos sembrado grandes superficies, de 500, 1.000, 10.000 hectáreas. Nunca cobramos nada. Todo el mundo cree que necesitamos dinero para hacer cosas. Yo creo que necesitamos corazón. El resto del año, de octubre a abril viajo allí donde me invitan a compartir las enseñanzas de la agricultura natural. Nuestros retos no sólo son sembrar bolas de arcilla en todo el mundo, sino crear granjas autosuficientes, en Grecia y en todos los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina.
¿Porqué es mejor sembrar semillas con nendo dango que plantar árboles?
Hace cien años, cualquier tipo de agricultura alternativa era buena. Pero en estos momentos ya no nos queda tiempo. Con la agricultura natural y las bolas de arcilla podemos sembrar grandes áreas de una sola vez con la ayuda de aviones, y de esta manera hacer reverdecer la tierra. Ningún otro método tiene una propuesta a este nivel.
Hoy sabemos que las plantaciones de árboles en las montañas han fracasado en todo el globo. Ningún científico serio se atreve a hacer propuestas en ese sentido, porque se necesita mucho dinero, mucha tecnología y mucha energía. Y requiere mucho tiempo. Otra desventaja de las plantaciones es que requieren agua durante los primeros tres años v eso genera un gran coste. La agricultura natural es el único método de cultivo que no utiliza energía.
¿Qué ocurrirá cuando el petróleo empiece a escasear, qué clase de agricultura haremos sin tractores, sin maquinaria? La simplicidad es la clave de la verdadera agricultura y la agricultura natural es el único futuro posible.
Usted insiste en que estas semillas pueden cambiar el mundo.
Es que no se trata sólo de sembrar semillas en el desierto o en las montañas. Se trata de sembrar semillas en el corazón de las personas. Creo que vivimos en una sociedad que nos anima a ser cada vez más ricos, inteligentes, guapos. A alimentar nuestro ego. Creo que si la gente corriente entendiera que ellos son la sal de la tierra, que Dios está dentro de cada uno, que son perfectos tal y como son… Si entendieran esto, todo sería muy fácil.
Estas bolitas de arcilla, son también, según usted el camino para unir ciencia, religión y filosofía, ¿qué quiere decir con esto?
Hasta ahora, la ciencia, la religión y la filosofía han estado desconectadas. Es la mente científica la que nos ha marcado el camino y hemos llegado a un punto muerto. Hemos destruido la naturaleza y por eso sufrimos. La solución no es regresar a la edad de las cavernas. Pero creo que debemos detenernos aquí y mirar lo que estamos haciendo. Y si la manera en que vivimos no nos da alegría, gozo, felicidad nuestra civilización no tiene sentido. Incluso el desarrollo sostenible es, en mi opinión, un error.

Lo que tenemos que entender es que acumular bienes materiales no nos hace más felices. Si entendemos esto, el cambio se dará solo. Pero para ello debemos volvernos humildes, y abandonar el conocimiento, el apego a las posesiones y la necesidad de actuar. Esas son las tres grandes ideas que resumen la obra de Fukuoka “La revolución de Dios, el ser humano y la Naturaleza”: No saber, no tener, no hacer. Y esas son las tres claves para detener la destrucción de la tierra.
  

Fundación +árboles

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