Apenas una semana después de haber sido convocada, para el día 29 de junio, la sexta jornada de huelga general en Grecia, en lo que va de año, contra las medidas antiobreras del gobierno, y cuando el movimiento de protesta empieza a crecer de forma vertiginosa en todo el país, el estado heleno (probablemente con ayuda de los servicios secretos de otros estados occidentales) ha decidido activar la vieja estrategia del terrorismo de falsa bandera, con el objetivo de inculpar del mismo falsamente a grupos izquierdistas y al movimiento obrero, para justificar nuevas medidas represivas y desbaratar así sus protestas.
Todo ello nos recuerda a la vieja estrategia de la tensión, desarrollada por la OTAN entre los años 50 y 90 en Europa occidental, con el objetivo de frenar el ascenso al poder de los partidos comunistas y obreros. Para ello la OTAN perpetró multitud de atentados, que causaron la muerte de miles de víctimas civiles, y de los que posteriormente acusaba falsamente a anarquistas y comunistas de ser sus autores, para desprestigiar de este modo a las opciones políticas de izquierda y justificar así un aumento de la represión contra ellas.
La última acción perpetrada por el gobierno ha tenido como resultado la muerte de un policía, al estallarle, dentro de la sede del ministerio del interior, un artefacto explosivo que iba dentro de un paquete. La pregunta obligada es ¿cómo pudo colarse un artefacto explosivo, de tan alta potencia, dentro de una de las sedes administrativas más protegidas (si no la más) de toda Grecia?
Con este atentado, el gobierno pretende encolerizar especialmente al sector policial, para lanzarle contra los trabajadores y desbaratar así sus justas reivindicaciones.
Esperemos que el movimiento obrero griego e internacional sepa reaccionar a tiempo, denuncie alto y claro este acto como lo que es: puro terrorismo de estado, y no sea cómplice de esta farsa político-policial, cuyo objetivo es frenar la creciente ola de protestas en Grecia, que está siendo un ejemplo para los pueblos de Europa.
Todo ello nos recuerda a la vieja estrategia de la tensión, desarrollada por la OTAN entre los años 50 y 90 en Europa occidental, con el objetivo de frenar el ascenso al poder de los partidos comunistas y obreros. Para ello la OTAN perpetró multitud de atentados, que causaron la muerte de miles de víctimas civiles, y de los que posteriormente acusaba falsamente a anarquistas y comunistas de ser sus autores, para desprestigiar de este modo a las opciones políticas de izquierda y justificar así un aumento de la represión contra ellas.
La última acción perpetrada por el gobierno ha tenido como resultado la muerte de un policía, al estallarle, dentro de la sede del ministerio del interior, un artefacto explosivo que iba dentro de un paquete. La pregunta obligada es ¿cómo pudo colarse un artefacto explosivo, de tan alta potencia, dentro de una de las sedes administrativas más protegidas (si no la más) de toda Grecia?
Con este atentado, el gobierno pretende encolerizar especialmente al sector policial, para lanzarle contra los trabajadores y desbaratar así sus justas reivindicaciones.
Esperemos que el movimiento obrero griego e internacional sepa reaccionar a tiempo, denuncie alto y claro este acto como lo que es: puro terrorismo de estado, y no sea cómplice de esta farsa político-policial, cuyo objetivo es frenar la creciente ola de protestas en Grecia, que está siendo un ejemplo para los pueblos de Europa.
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