Primero que nada, lo que se necesita es someter a todos los bancos comerciales ordinarios a una reorganización por bancarrota. Lo que sucederá es que vamos a retornar a la Constitución, la cual especifica un sistema de crédito, no uno monetario. De modo que declararse en bancarrota consistirá en declarar que se está haciendo valer la Constitución de Estados Unidos; que somos un sistema de crédito, no uno monetario.
Número dos, ahora tomaremos las cuentas de los bancos comerciales... De los otros bancos pueden olvidarse por el
momento, pero los bancos comerciales, estos bancos serán sometidos a una reorganización por bancarrota, de modo que esas cuentas, en los bancos, que correspondan con una norma de [la Ley] Glass-Steagall, recibirán protección plena y se les asignará bajo la categoría de una cuenta habilitada por la Glass-Steagall.
A estos bancos, a los que limpiaremos de ese modo, debe protegérseles por bancarrota, aunque los hayan purgado de esta basura. Por tanto, estarán funcionando con la protección por bancarrota, según sea necesario.
Ahora bien, una vez que hayamos tomando bastante de esa basura, que en esencia es papel sin valor —podemos llamarlo “dinero de Bernanke”—, no recibirá protección. Esa basura queda a su suerte, mendigando lo que pueda conseguir.
Bueno, una vez hecho eso, estamos entonces en una situación en la que, luego de anular muchas obligaciones federales que se le imputan a cuentas inútiles, sencillamente se barrerá con ellas en una reorganización por bancarrota; no hay ninguna obligación. La Reserva Federal las rescató, punto; ¡se acabó!
Muy bien, ahora vamos a emitir crédito, crédito federal, y el crédito federal irá a parar principalmente, además de a las cuentas gubernamentales acostumbradas, a varios proyectos gubernamentales y demás. En general será para las inversiones en infraestructura. La razón de invertir en infraestructura es que nos queda muy poca industria básica; tenemos pequeñas operaciones al detalle, y no vamos a tener una recuperación, ni siquiera una supervivencia de la economía estadounidense, en base a negocios pequeños. No. Tenemos que recurrir a las obras de infraestructura a gran escala, y éstas contarán con respaldo federal.
Pero, además, tenemos una segunda categoría directa. Ésta consistirá en que cualquier proyecto federal, para la construcción de infraestructura, por ejemplo, inversiones interestatales, exigirá la ayuda de subcontratistas que sean empresarios privados. Un empresario privado, que esté calificado, como para la producción bélica durante la Segunda Guerra Mundial, en virtud de un contrato que tenga que ver con una obra de infraestructura, que sea un proyecto de infraestructura protegido por el gobierno federal, recibirá protección y acceso al crédito.
Por consiguiente, aprovecharemos las categorías de infraestructura a gran escala, que son nuestro instrumento principal de recuperación real... Estamos hablando de empleo obrero. Lo básico es el empleo obrero en la industria, en la infraestructura y en la agricultura. ¡Trabajos obreros! Y no traten de colar a un contador con o sin corbata.
Bueno, empleo obrero, en la agricultura, la industria, la infraestructura. Ésa es la norma, porque esto genera riqueza real. Los empleos de corbata, los empleos en el sector servicios, no necesariamente generan riqueza real, y en particular los empleos de oficina, no generan riqueza real. Queremos que se produzca riqueza real. Como somos un país en quiebra, tenemos que recuperar la solvencia. Eso sólo podemos hacerlo con un acento en el empleo obrero, en los contratos obreros.
Entonces, tenemos el contrato, que es para un proyecto estatal o federal, con respaldo del gobierno federal, y tenemos a los subcontratistas, que son empresas privadas que tienen un contrato o una relación contractual, o un servicio equivalente de relación contractual con un proyecto federal. Estos contratistas recibirán protección de los gobiernos federal o estatal.
Sobre esa base, hemos abierto ahora todo un nuevo enfoque para echar a andar a la economía otra vez. Vamos rumbo al crecimiento. En esas condiciones, podemos empezar a reorganizar la economía con éxito.
Ahora bien, la urgencia de esto estriba en el hecho de que si no hacemos esto, ya sea en el mes de octubre o en algún momento no mucho después, la nación entera se desintegrará. Así que, por ende, tenemos que hacerlo ya. Eso significa que no tenemos tiempo que perder con las tonterías acostumbradas: “¿No ayudaría esto?” ¡Olvídenlo! No ayudará. El empleo verde en general ¡va a quedar fuera! ¡Nada de empleo verde! Puede haber empleo verde, pero en la periferia del sistema. Será empleo obrero o empleo que implique una mayoría de obreros, y entre más calificados, mejor. Será empleo en la forma de operarios, concentrados en obras de infraestructura federales o en proyectos estatales con respaldo del gobierno federal, proyectos de cooperación estatal-federal. También incluirá subcontratistas, firmas privadas subcontratadas y protegidas como tales para proyectos federales. Ése es nuestro programa básico de recuperación.
También tendremos que hacer algo en materia de atención médica: vamos a eliminar al sistema de organizaciones de administración de la salud (HMO). ¡Fuera! HMO, ¡fuera! Restauraremos la orientación de [la Ley] Hill-Burton, y tendremos que abrirnos paso hacia una orientación tal. Es la única manera de hacerlo. Eso tendrá que recibir ayuda del gobierno federal. Así que, vamos a regresar a la norma de la Hill-Burton. Es la única forma de rescatar el sistema de salud, así que vamos a hacerlo.
Lo que esto quiere decir es que, viendo al mundo a nuestro alrededor, no hay parte de él que tenga al presente un programa en marcha ni la capacidad para sobrevivir de manera independiente a la crisis monetario-financiera actual. La única forma de hacerlo es como Estados Unidos tendrá que hacerlo. Así que, por tanto, verán que no hay ningún gobierno del mundo al presente que esté comprometido a hacer nada para salvar su propio trasero de la crisis de desintegración ahora en marcha. Nadie allá afuera que no esté pensando exactamente lo que yo está calificado para aportar solución alguna a ninguno de estos problemas. No es posible.
Nos encontramos en una desintegración de todo el sistema mundial, y no hay ningún gobierno en el mundo que en estos momentos tenga la menor idea de qué hacer con esta crisis. Así que todas esas ideas sobre “esto” o “aquello”, o “eso” o “lo otro”... ¡Olvídense! ¡Dejen el tema! ¡Ni lo saquen a colación! ¡Dejen la discusión! Sólo ciertas cosas funcionarán en estas condiciones, y tenemos que hacerlas. Estamos en una verdadera emergencia mundial. Nos encontramos en la situación de una crisis de desintegración planetaria.
Ahora bien, no se crean que los británicos tengan algo de cerebro. Los británicos manipulan a la gente, pero el sistema británico no tiene la capacidad intelectual, esta vez, para salir con nada útil. Los rusos —Otros— no tienen idea de qué hacer. Tienen ideas útiles, pero no el marco para montarlas, para echarlas a andar. Ésa es nuestra situación general en todo el planeta. Solo Estados Unidos puede hacer eso.
Lo otro que hay que recalcar es que, si Estados Unidos se hunde, todas las naciones, todas las economías del planeta se vendrán abajo en rápida sucesión. No hay rincón del mundo que vaya a sobrevivir un derrumbe de la economía estadounidense, ¡ninguna! Ésa es una realidad. No hay gobierno del mundo que esté pensando en los términos en que hablo ahora, que sea apto siquiera para atender sus propios asuntos. Así que nosotros, en Estados Unidos, con nuestro sistema de crédito, que está en nuestra Constitución, somos la única entidad capaz de inspirar un programa que pueda salvar al mundo entero de una crisis de desintegración general de reacción en cadena. En esas estamos ahora.
Eso quiere decir que todas las necedades de la variedad “sí, quizás, lo que sea...”, olvídense. No pierdan su tiempo ni siquiera hablando de ello. Regresen, siempre, al tema principal: si quieren sobrevivir, tendrán que seguir esta parte del programa. Vamos a someter al sistema de banca comercial a una reorganización según la norma de la Glass-Steagall; vamos a usar el producto final de esa reorganización para reestablecer el apoyo pleno del sistema federal en tanto sistema crediticio, no monetario. Estamos comprometidos a destruir los sistemas monetarios de todo el planeta; no corriendo a aplastarlos, sino diciendo, “No los reconocemos como válidos, como legítimos”.
Ésa es otra regla a la que tenemos que apegarnos: no abordamos ninguna opción basada en ajustarse o adaptarse o en usar un sistema monetario. Los sistemas monetarios, en lo que a nosotros respecta, son animales muertos. Ni siquiera hablamos de ellos; no son útiles. ¡Sencillamente tienen que irse!
El mundo tiene que recurrir a un sistema de Estados nacionales que sean soberanos, que se gobiernen, cada uno de ellos, como un sistema de crédito, y este sistema de crédito puede establecerse mediante un tratado entre esa nación y Estados Unidos. Vamos a crear un sistema mundial de crédito; un sistema crediticio fundado en un régimen de Estados nacionales perfectamente soberanos, que funcionen a su vez en el mercado internacional como un sistema crediticio, no como uno monetario. No vamos a resucitar a Keynes; vamos a enterrarlo. ¡Por fin!
Tenemos que restringirnos, no perder tiempo y energías en discutir cuestiones de “quizás” que no se ajusten a lo que acabo de decirles. Ésa debe ser nuestra política. Todo lo demás son necedades.
Recuerden: ningún gobierno del mundo, al presente, por sus políticas manifiestas, es apto para bregar con esta crisis. Los británicos, sobre todo, no son ningunos genios. Nos apegamos a nuestro programa, tal y como acabo de identificarlo. Ése es el meollo.
Y eso es lo que tenemos que dejar en claro ahora. Así que, ¡no pierdan nuestro tiempo sacando a colación temas que no vale la pena discutir! Porque, o hacemos lo que acabo de indicar, o vamos a dejar de existir. ¡Así que no tiene sentido discutir nada distinto!
LYNDON H. LAROUCHE
(Prefacio a la publicación de “El Plan LaRouche;
cómo rescatar la economía mundial”).
NOTA: ¡Cómo se parece este programa al propuesto por Ácratas, de acometer obra pública al costo que sea emitiendo moneda contra dicha obra pública! Y habla también, en la práctica, de nacionalizar la banca, de soberanía nacional y moneda al servicio de la sociedad, y no al revés. En fin... ya han intentado matarlo varias veces, claro. Y no lo dudéis, muchos le llamarán "facha", a pesar de que otros lo consideran troskista (y lo fue).
No hay comentarios:
Publicar un comentario