miércoles, 15 de diciembre de 2010

EE.UU. corre el riesgo de equivocarse de enemigo


Traducido del inglés por Germán Leyens y revisado por Caty R.

“La guerra equivocada, en el lugar equivocado, en el momento equivocado, y con el enemigo equivocado”.- General Omar Bradley, jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., 1951
    • “Al cumplir las instrucciones de mi gobierno, obtuve la poco envidiable distinción de ser el primer comandante de EE.UU. de la historia que firmó un armisticio sin victoria”. –General Mark Clark, 1954
    • “Nunca os involucréis en una guerra terrestre en Asia”. –General Douglas MacArthur, 1961
    • “Si EE.UU. y Corea del Sur hacen caso omiso de nuestras repetidas advertencias y desencadenan una guerra, no debemos perder tiempo e ir al corazón del enemigo para mostrarles lo que es librar una guerra nuclear en su propio país”. – Kim Jong-eun, presunto heredero del poder norcoreano
    • “Corea del Norte está desarrollando un temible historial de cumplimiento de sus amenazas”. – Editorial del New York Times, 17 de junio de 2009.
Una reanudación de las hostilidades en la pequeña península coreana significaría una guerra inmediata entre dos potencias nucleares: Corea del Norte y EE.UU. Este último mantiene una guarnición con armas nucleares de unos 20.000 soldados con una amplia red de bases militares en toda Corea del Sur.
Una segunda Guerra de Corea no dejaría de desilusionar a expertos occidentales que quisieran ver que Kim Jong-eun obtuviera una oportunidad de demostrar su genio militar sin precedentes. Dirigiría la desaparición de la única superpotencia del mundo en el primer intercambio termonuclear librado en el mundo.
En representación del supremo líder Kim Jong-il, el joven general está a un clic de emitir una esperada orden a la brillante e impecable fuerza de reacción rápida de ataque global del Ejército Popular Coreano (KPA, por sus siglas en inglés). Incluiría el incendio del bastión del imperio estadounidense, los rascacielos de la Ciudad de Nueva York y otros centros de EE.UU. continental.
Unidades de primera línea del KPA están siempre preparadas para bombardear Seúl, convirtiéndola en un imponente infierno antes de penetrar por tierra para completar su misión.
La cooperación de Japón con EE.UU. provocaría, en represalia, ataques de misile nucleares contra sus plantas de energía nuclear, con el resultado de que Tokio y otras ciudades importantes del archipiélago japonés se volverían inhabitables.
Aparecen nubes tenebrosas
La península coreana está actualmente al borde de la guerra, y el gobierno de gatillo fácil de Lee Myung-bak en Seúl promete lanzar ataques aéreos contra Corea del Norte por lo que califica de provocación.
Un ejercicio militar sudcoreano apoyado por EE.UU. comporta todos los riesgos de escalar instantáneamente por intención, accidente o error de cálculo hacia una guerra a tiros, y un conflicto nuclear.
El Washington Post informó el 13 de diciembre:
“Corea del Norte advirtió el lunes que la cooperación militar entre EE.UU. y Corea del Sur podría llevar a la península hacia la guerra nuclear, mientras tropas sudcoreanas comenzaron sus últimas maniobras con munición de guerra.
“Aunque Corea del Norte emite regularmente amenazas semejantes, pocos consideran ahora en Seúl que la perspectiva de guerra sea retórica vacía, en vista del bombardeo de artillería del 23 de noviembre contra una isla sudcoreana que mató a dos marines y a dos civiles.”
El New York Times identificó el 23 de noviembre la causa del bombardeo de ese día de la posición de artillería sudcoreana en la isla fronteriza de Yeonpyeong:
“El ataque contra la isla Yeonpyeong tuvo lugar después de que fuerzas sudcoreanas dispararan tiros de ensayo hacia aguas cercanas a la costa norcoreana. Esperamos que el presidente de Corea del Sur averigüe quién fue el que tuvo esa idea.”
Adrian Hamilton de The Independent señaló el 25 de noviembre: “La peor respuesta de todas a la crisis coreana es hacer lo que el presidente [Barack] Obama hizo ayer: es decir anunciar un ejercicio militar conjunto estadounidense-sudcoreano en la frontera este fin de semana. Fueron los ejercicios militares de Corea del Sur durante este mes los que contribuyeron a provocar el último choque.”
The Joong Ang Daily informó el 2 de diciembre de que hubo un aumento alarmante en la cantidad de ejercicios con munición de guerra de tropas sudcoreanas en esa isla antes del intercambio de fuego del 23 de noviembre:
“Las tropas en la isla Yeonpyeong realizaron un promedio de 17 ejercicios de tiro al año antes de la llegada de Lee Myung-Bak a la Casa Azul [casa presidencial], pero la cantidad se casi duplicó a 27 en 2008 desde su toma de posesión.
“Cada uno de los ejercicios de tiro anteriores a LMB incluyeron un total de menos de 50 disparos, incluyendo varios disparos de obús K-9, pero la cantidad de disparos hechos después de la toma de posesión de LMB comenzaron a exceder esa cifra, con un promedio de varias series de disparos.
“El ejercicio de tiro hacia el mar del 28 de septiembre incluyó en total 2.632 disparos, como 35 disparos de obús K-9, 8 de 81 mm, 36 de 60 mm, 14 disparos antitanque, 38 disparos de artillería de costa, y 2.500 disparos de Vulcan y 131 disparos de Vulcan antiaéreos.”
Corea del Sur disparó más de 900 granadas de artillería por hora hacia aguas al borde de Corea del Norte entre 10 las a.m. y las 2 p.m. del 23 de noviembre. La ausencia de una reacción la envalentonó para lanzar varias docenas de granadas hacia aguas territoriales norcoreanas.
Seoul Sinmun informó el 26 de noviembre: “El Estado Mayor confesó en una reunión informal que ‘es probable que granadas disparadas por nuestros cañones hayan volado más allá de la línea de control de operaciones, hacia aguas norcoreanas’”.
Los disparos con munición de guerra formaban parte del mayor ejercicio bélico “Hoguk” (una revisión de los juegos de guerra Team Spirit) e involucró 500 aviones de guerra, 90 helicópteros y 50 barcos de guerra en una invasión simulada de Corea del Norte.
La caída en aguas norcoreanas de disparos de artillería sudcoreana fue la última gota que rebalsó el vaso, que llevó a Corea del Norte, normalmente paciente, a reaccionar con disparos contra la posición de la artillería.
Associated Press (AP) citó al ministro de defensa sudcoreano Kim Kwang-jin el 3 de diciembre, quien prometió ataques aéreos contra Corea del Norte.
Como informó el Wall Street Journal el 8 de diciembre: “El almirante [Mike] Mullen [jefe del estado mayor conjunto] dijo que no había pedido a Corea del Sur que dejaran de lado ataques aéreos”.
AP informó el 13 de diciembre:
“Después del ataque, Corea del Sur realizó ejercicios militares conjuntos con EE.UU. y también siguió adelante con más ejercicios de artillería, a pesar de la advertencia del Norte de que agravarían la tensión”.
El Daily Mail informó el 12 de diciembre: “Corea del Norte advirtió ayer de que estaba lista para una guerra total”. El Comité Nacional por la Paz de Corea del Norte agregó ayer: “El ejército y nuestro pueblo están listos para una guerra escalada y una guerra total”.
Agence France-Presse informó el 11 de diciembre: “El ex jefe de la inteligencia de EE.UU. [el almirante retirado Dennis Blair] advirtió el domingo que Corea del Sur había perdido la paciencia ante las provocaciones de Corea del Norte y que ‘emprenderá una acción militar’”.
Diferencias cruciales
Existen una cantidad de diferencias esenciales entre la feroz Guerra de Corea de 1950-1953 y el actual enfrentamiento. La primera es la emergencia de Corea del Norte como potencia nuclear, con una capacidad de misiles balísticos.
Al aparecer, como el cuarto Estado más poderoso con armas nucleares después de EE.UU., Rusia y China, Corea del Norte tiene en su arsenal varios cientos de ojivas nucleares, incluyendo bombas de hidrógeno basadas en plutonio y uranio, bombas de neutrones, minas y granadas nucleares.
Corea del Norte tiene unas 8.000 centrífugas ultramodernas que operan en instalaciones subterráneas y que producen grandes cantidades de uranio altamente enriquecido (HEU).
Una mirada parece haber petrificado al doctor Siegfried Hecker, el científico nuclear estadounidense que se quedó con la boca abierta con sólo ver 2.000 centrífugas sobre tierra durante su visita a una planta en noviembre.
La Corea del Norte de la Guerra de Corea, que era un Estado desde hacía sólo dos años, no tenía capacidad alguna para disparar contra barcos de guerra invasores o derribar bombarderos enemigos, por no hablar de la capacidad de librar una guerra en territorio enemigo como Japón, Australia, Hawái y EE.UU. continental.
A pesar de carecer de una maquinaria de guerra moderna, el incomparable héroe nacional de la guerra de guerrillas antijaponesa, el joven Kim Il-sung, dirigió a la recién nacida Corea del Norte para que sobreviviera la a lucha de tres años, a vida o muerte, contra el gigante estadounidense y su fuerza intervencionista aliada internacional, imponiendo a EE.UU. la primera debacle de su historia.
Corea del Norte actual está lejos de ser lo que era en los años cincuenta. La fortaleza Corea del Norte puede resistir ataques termonucleares y derribar entre el 80 y 90% de los aviones de guerra, misiles, y misiles crucero enemigos.
La fortaleza Corea del Norte puede hundir fácilmente portaaviones estadounidenses a propulsión nuclear y alcanzar EE.UU. metropolitano con misiles de largo alcance. Es una lástima que EE.UU. siga albergando la ilusión de que sus elefantes blancos pueden simplemente navegar en aguas coreanas.
Las unidades de guerra electrónica de Corea del Norte son capaces de desbaratar la infraestructura enemiga de comando, control y comunicaciones. En la evolución más importante, como miembro de los clubs de la elite espacial y nuclear, Corea del Norte tiene la capacidad de infligir implacables ataques contra el objetivo más remoto en EE.UU. continental, a casi medio mundo de distancia.
Kim Jong-eun necesitaría sólo un par de minutos para convertir Seúl en un mar de fuego, cinco minutos para incendiar Tokio y entre 15 y 20 minutos para convertir Nueva York y Washington en un cuadro del “día después”.
Luego existe la presencia de plantas de energía nuclear en EE.UU., Japón y Corea del Sur. EE.UU. tiene 103 plantas de energía nuclear en operación con almacenamiento en el lugar de una inmensa cantidad de barras de combustible nuclear usado.
Si fuera bombardeada, se calcula que una planta de energía nuclear en operación lanzaría tanta lluvia radioactiva letal como unas 150 o 180 bombas H. El bombardeo de una planta de energía nuclear convertiría en inhabitable el archipiélago japonés y Corea del Sur. Para hacer lo mismo en EE.UU. se necesitaría atacar una planta en su costa oeste y otra en su costa este.
Nada es más fácil que bombardear una planta de energía en la costa. No hay necesidad de utilizar un misil balístico. Medios primitivos cumplirían la tarea.
En tercer lugar está el hecho de que EE.UU., Japón y Corea del Sur albergan economías prósperas, inmensos blancos que pueden ser cogidos por sorpresa en una conflagración nuclear que todo lo consuma.
Los estadounidenses y los japoneses se pueden permitir una mirada complaciente a la Guerra Coreana, la Guerra de Vietnam, las Guerras Yugoslava y Bosnia, la Guerra de Irak, y la Guerra de Afganistán como si fueran libradas en otro planeta, no importa cuánta gente inocente haya resultado muerta.
Esas guerras tuvieron lugar en países que estaban muy lejos de ser potencias industrializadas, nucleares. No poseían los medios para llevar la guerra hasta EE.UU. Ya no es el caso, sin embargo. Los estadounidenses, los japoneses y los sudcoreanos se verían en una trampa devastadora.
El cuarto hecho es que toda la población de Corea del Norte está bien entrenada y es muy disciplinada, en una austeridad de tiempos de guerra, mientras que en EE.UU., Japón y Corea no es así.
Mientras los rascacielos de EE.UU. colapsarían en una conflagración furiosa y la gente huiría en tropel en todas direcciones buscando refugio, toda la población norcoreana puede ser evacuada a refugios subterráneos reforzados en cosa de 15 minutos.
El momento de la verdad llegará antes de lo que se esperaba originalmente, vindicando la validez de la política de militares primero elaborada por Kim Jong-il, demostrando la sabiduría del pueblo coreano al seleccionar al joven general Kim Jong-eun como heredero del líder supremo.
………
Kim Myong Chol es autor de una serie de libros y documentos en coreano, japonés e inglés sobre Corea del Norte, incluyendo La estrategia para la reunificación de Kim Jong-il. Tiene un doctorado de la Academia de Ciencias Sociales de la República Democrática Popular de Corea y es calificado frecuentemente como portavoz “extraoficial” de Kim Jong-il y de Corea del Norte.
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Korea/LL15Dg01.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario