PEPE FERNÁNDEZ / acratasnews.blogspot.com
17 de marzo de 2010
Instalado en la mentira habitual del que se agarra a la poltrona como si le fuera la vida en ello, Zapatero sigue negando la crisis repitiendo cada trimestre que lo peor ha pasado ya y que estamos recuperándonos. En esta labor de zombificación de la sociedad española, gracias a los resortes partitocráticos que esta pseudodemocracia concede al dictador de la Moncloa (sea del partido político que sea el tirano que esté allí), no está dudando el amigo socialista en utilizar los medios propios de la ideología fascista, como con esa campaña —que haría feliz a un Mussolini, a un Hitler o a un Franco— del estoloarreglamosentretodos.com que propugna, como aquellos, que el conflicto social y económico entre clases se resuelve con un pacto patriótico entre el obrero y el patrón, abrazados en un proyecto común.
El español, al que aún parece quedarle un poco de sentido común, no ha tragado con embuste tan obvio. Pero, aún así, sigue estando zombie a lo que se le viene encima, pues otras tragaderas son menos obvias, cuando éstas son propaladas por los medios de comunicación en España, entregados y prostituidos al poder político y económico, que les han encomendado la misión de tener a los españolitos en la inopia para que vayan dóciles al matadero, y no cesen de balar hasta que el cuchillo les caiga sobre sus cabezas.
En otros países con algo más de democracia, y donde sí existe una prensa con más dignidad y coraje, hablamos de los EEUU, los trapos están aireados desde hace tiempo. El New York Times se suma ahora a la fiebre madmaxista que recorre la otrora superpotencia mundial. Entre 2012-2014 se espera que la crisis cuaje ya en una definitiva y prolongada recesión. En estos años, la mayoría de la deuda basura tendrá su efecto en fallidos (más de 700.000 millones de dólares de bonos basura contratados en años anteriores —’junk bonds’— convertidos definitivamente en humo). Súmensele los 2 billones largos de dólares de financiación europea y repago que tendrá que asumir el Estado Americano, más la necesidad de refinanciación del apalancamiento de la mayoría de las empresas americanas —ahora “sanas”—, para dibujar un escenario ya claro en que la economía del consumo y la barra libre de crédito de los EEUU desde el final de la II Guerra Mundial llega a su definitivo fin y se abre el obligado capítulo de la post-postguerra: los americanos vivirán de lo que produzcan, de lo que pueden hacer. Ahora les toca contemplar la caída de empresas y el aumento del desempleo que rozará allí un 20% sin problemas. El efecto de la crisis financiera pasa definitivamente a la economía real.
Y en España, mientras tanto, la partitocracia sin ideas se agarra a un salvífico y milagroso rescate europeo para evitarnos un hundimiento, que será aún más terrible y total que el que va a acontecer en los USA. Piensan que alemanes y franceses no sólo perdonaran los dos billones largos prestados, sino que además nos seguirán dando dinero por solidaridad y porque ‘esto lo arreglamos entre todos’. No entienden que el tiempo de la partitocracia, de la II Restauración Borbónica, se ha acabado; que, en España, el mayor problema es el político; y que ningún país, ni los chinos, va a seguir financiando un sistema que internacionalmente figura entre los más corruptos del mundo, aparte de que el tiempo de las cigarras ya está finiquitado.
Nuestra crisis de verdad aún no ha empezado, lo peor aún está por venir: será una depresión económica terrible. Hablamos de un 50% de desempleo, de capas de la población excluidas para siempre, de millones condenados a una pobreza perruna, de ciudades españolas convertidas en ghettos, con seguridad parecida a la de cualquier ciudad brasileña o sudafricana. Paremos aquí.
Habría esperanza aún si el pueblo se levantara y derrocara la dictadura partitocrática e impusiera una democracia representativa y con control sobre el poder. Pero no nos engañemos: eso no lo harán las masas embrutecidas a posta por el sistema partitocrático. Cuando el español despierte, lo hará apretado por la necesidad de su estómago. En ese momento, muy cercano, ya no habrá nada que hacer.
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