viernes, 16 de octubre de 2009

QUÉ, QUIÉN, CUÁNDO, CÓMO Y PORQUÉ?????



Es el delito más grave que cabe imputar a un policía en este país: colaborar con una banda terrorista que ha asesinado a más de 880 personas, entre ellas, 190 policías. Ocurrió presuntamente en el bar Faisán de Irún, punto de encuentro durante muchos lustros de personajes de un lado y otro de la trinchera contra ETA

Era el 4 de mayo de 2006, seis semanas después de que se iniciara el llamado proceso de paz, cuando el Ministerio del Interior se disponía a comunicar la aparente ausencia de actividad de la banda a pesar de que no cesaban las noticias de que el aparato de extorsión continuaba trabajando. La responsabilidad del chivatazo apuntaba hacia arriba: todas las filtraciones y pesquisas señalaban a altos estamentos políticos e institucionales en Madrid. Sobre el terreno, un supuesto policía entregó un teléfono móvil a uno de los implicados en la red financiera de ETA. Una llamada a ese aparato alertó a los terroristas de que la policía iba a por ellos. Qué, cuándo, quién, cómo y… por qué. La principal hipótesis desde el minuto uno de este escándalo es que el chivatazo tenía como objetivo impedir una operación contra la banda que podía poner en peligro el dialogo inminente ETA-Gobierno.
Es la importancia de un delito tan grave que, de confirmarse, no tendría parangón con ninguna otra aberración institucional. Y por  eso adquiere especial relevancia y gravedad los métodos utilizados en esa investigación: el fiscal pide archivar el asunto después de tres años de secreto sumarial y silencio, tres imputados y los informes elaborados, casualmente, por un equipo de policías que participaron en el operativo que ha sido investigado. Dice un alto mando antiterrorista que “alguien puso la zorra a guardar las gallinas”. Según cuenta el SUP, el inspector jefe que firma esas pesquisas era el responsable de que las cámaras de seguimiento hubiesen funcionado a las puertas del bar Faisán y del domicilio de Joseba Elosúa, destinatario del chivatazo. De haber funcionado, el chivato estaría cazado. Ese inspector señala ahora a un antiguo compañero y a su superior en la zona, hombre emblemático en la lucha contra el terrorismo. Por encima de todos, el Director General en aquel momento, Víctor García Hidalgo. Y la pregunta que queda en el aire sigue siendo la de siempre: ¿Y por encima del Director? ¿Hay alguien ahí?

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